domingo, 19 de enero de 2014

“Todo te parecerá posible si la fe te hace verte como un delegado de Jesucristo. Tendrás las gracias necesarias para desempeñar esa delegación, es decir, las gracias de soledad, recogimiento interior, celo, abnegación de ti mismo y entrega total a la obra del Señor.” (Carta 1117 - 12 febrero 1839. A Clouzet).


La chamifrase 114 – Domingo 19 de enero

“Todo te parecerá posible si la fe te hace verte como un delegado de Jesucristo. Tendrás las gracias necesarias para desempeñar esa delegación, es decir, las gracias de soledad, recogimiento interior, celo, abnegación de ti mismo y entrega total a la obra del Señor.” (Carta 1117 - 12 febrero 1839. A Clouzet).

El Padre Chaminade apela a la fe de uno de sus discípulos a la hora de animarlo en la tarea encomendada.  La situación no es fácil para el Sr. Clouzet, quien tiene las mejores condiciones para asumir el cargo, pero ha sido criticado en su testimonio religioso negativamente por sus hermanos y tendrá que intervenir tomando decisiones que consoliden el orden administrativo de la misión de Saint Remy.  La clave para Guillermo José está en considerar con espíritu de fe que la misión asignada no es una cuestión meramente institucional sino una verdadera delegación de Jesús.  Y esto es fuerte, pensando en que el Sr. Clouzet se va a dedicar especialmente a los “asuntos temporales”.  

Este consejo nace de la larga experiencia de Guillermo José, desde su juventud en el Colegio de San Carlos, donde ejercía además de las funciones educativas y sacerdotales, el cargo de administrador.  Animar y gestionar no son acciones opuestas o incompatibles, sino necesariamente convergentes y complementarias. Ciertamente para poder considerarlo y asumirlo concretamente de esta manera, hace falta que no se pierda de vista el origen de la responsabilidad que se asume: “es una delegación de Jesucristo”. Y para eso hace falta la mirada de fe que nos ayuda a considerar nuestro trabajo cotidiano como una misión delegada por Jesús.  De esta manera también uno está abierto a recibir las gracias que necesita para llevar adelante esta “delegación”.

Si uno se queda solamente en la formación académica, en la experiencia acumulada o en las capacidades naturales exigidas para desarrollar tal o cual responsabilidad (todos requisitos obviamente necesarios) no se abrirá a recibir las gracias que vienen de Aquel que te ha llamado a ejercer esa misión.  Esas gracias pueden parecer demasiado “espirituales” a la hora de pensar en una tarea de gestión como la que tenía que asumir el Sr. Clouzet.  Pero el Padre Chaminade sabe bien qué se necesita y por eso le asegura que si es capaz de reconocer en la fe que su trabajo es una delegación de Jesús, podrá tener las gracias necesarias: la soledad y el recogimiento interior (para poder mirar la realidad serenamente y tomar decisiones nacidas de un profundo discernimiento), el celo (para que los sentimientos de Jesús y su pasión por el Reino sean el motor del trabajo cotidiano); la abnegación de sí mismo (para trascender del egoísmo natural y la propia “realización personal”, sumándose a la misión común de los seguidores de Jesús) y la entrega total a la obra del Señor.

Guillermo José da un paso más ya no se trata de sostener solamente una motivación interior de fe sino que debe la misma debe traslucirse en el testimonio de vida. Por eso le pide a Clouzet que por todas partes puedas decir con la misma sinceridad que San Pablo: No cumplo tal o cual función más que por Jesucristo”.

En estos tiempos, donde tanto la rutina como la vorágine de asuntos a resolver a nivel de la gestión de nuestras obras e instituciones atentan contra el sentido último de nuestro trabajo cotidiano, escuchemos a nuestro Padre y Fundador que hoy también nos dice a nosotros: “Todo te parecerá posible si la fe te hace verte como un delegado de Jesucristo”. Si asumimos esta mirada, tendremos las gracias necesarias y nos animaremos también a encarnar en nuestra vida la presencia de Aquel que nos ha delegado continuar su misión en nuestro trabajo cotidiano, sea cual fuere la función que nos toque realizar.

 

Señor Jesús,

gracias por invitarme a reconocer en la fe

que mi trabajo cotidiano es una “delegación” tuya,

para que con mis actitudes y mis acciones

continúe con alegría tu misión.

 

Señor Jesús,

concédeme las gracias necesarias para ser tu “delegado”:

la soledad y el recogimiento interior,

el celo, la abnegación de mí mismo

y la entrega total a tu obra.

 

Señor Jesús,

que esta motivación interior se manifieste y se haga testimonio,

y así por todas partes pueda decir

“con la misma sinceridad que San Pablo:

no cumplo tal o cual función más que por Jesucristo”.

 

Señor Jesús,

cuando la rutina y la maraña de cuestiones burocráticas

alimenten la tentación de dejar las responsabilidades asumidas,

aumenta mi fe para que pueda considerar que todo es posible

si soy capaz de reconocerme como tu “delegado”.

 

Amén

AT sm

 

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