domingo, 29 de enero de 2012

“Nada sería mejor que entendernos y trabajar de acuerdo para gloria del Señor y de su augusta Madre”.


La chamifrase de la semana 33

29 de enero de 2012 

“Nada sería mejor que entendernos y trabajar de acuerdo para gloria del Señor y de su augusta Madre”.

(Carta 320 – 9 enero 1825. Al Señor David Monier).

El Padre Chaminade escribe esta frase en una breve y sencilla carta acompañando una de las notas de asuntos temporales que intercambiaba diariamente con el Señor David Monier.  Es una carta personal y que nace de la grandeza del corazón de nuestro Fundador, así de su conocimiento profundo de los vericuetos del corazón humano y su sabiduría para “hacerse cargo” de los conflictos en las relaciones interpersonales.  Podría haber seguido la relación institucional con uno de sus más eficaces colaboradores y punto, pero no puede negar lo que está pasando entre ellos y se anima a dar el primer paso en la resolución de ese conflicto.

David Monier (1757-1949) fue una de las personas más ligadas al Padre Chaminade y a los orígenes de la Familia Marianista. Abogado de profesión, se sumó a la movida de la Revolución de 1789, pero siendo testigo directo de las atrocidades del Terror, se convirtió en un destacado opositor político, sufriendo la persecución y la cárcel.  Se acercó al Fundador en los primeros años de la fundación de las Congregaciones en Burdeos y se posicionó rápidamente como referente de las mismas.  Era un hombre de gran elocuencia y poseía una destacada habilidad para los negocios, así como un cristiano de honda espiritualidad. Se convirtió en el secretario personal del Fundador, lo ayudó en la fundación de las Hijas de María y finalmente profesó en la naciente Compañía de María cuando ya había pasado los 60 años de edad (1821).  Como delegado del Padre Chaminade fue fundamental su acción para la primera expansión de la SM en Agen, Colmar y Saint Remy.  Fue justamente en este último lugar donde comandó la adquisición y la fundación de este gran complejo educativo y evangelizador.  Y fue allí también que cometió algunas imprudencias y generó serios problemas económicos.  Metido en su propia percepción distorsionada por una excesiva susceptibilidad comenzó a poner en duda la confianza plena que el Padre Chaminade había depositado en él, así como también sus decisiones y actitudes.  Finalmente había regresado a Burdeos y residía en el internado del Señor Auguste. 

Es en esa situación que Guillermo José le escribe esta carta y le propone: “Que aquel de nosotros dos que pudiese encontrar en el otro algún error, alguna falta, de cualquier clase que sea, lo perdone de corazón y rechace en adelante como una mala tentación hasta el mínimo recuerdo. Nosotros no nos ocupamos más que del futuro”.  Y dando un paso más de humildad sabiendo que a veces los errores aunque sean involuntarios dejan heridas en los demás, profundiza la propuesta:  “Si usted cree que tiene necesidad de algún perdón, yo se lo concedo sinceramente. Si yo le he contrariado indebidamente, su he usado mi autoridad con usted desacertadamente, perdóneme también tan sinceramente como yo le perdono”.

A continuación explicita los dos motivos por los que cree que tienen que animarse a la “reconciliación”: porque no duda de las buenas intenciones de ambos y porque esta situación está generando inconvenientes  en torno a ellos y la quita de cooperación de David a la “obra de Dios” que es la misión marianista.  Guillermo José nos enseña a vivir con humildad y realismo nuestros conflictos con los demás, y a animarnos a dar el paso y acercarnos con quienes aunque compartimos a diario la vida o la misión estamos interiormente alejados.  Pero ser humilde no implica ser ingenuo, y la buena voluntad no elimina el llamado claro a cambiar de actitud, por eso afirma: “Si no toma esta decisión, me quejaré de ello a Dios y le haré a usted responsable de todos los males que se deriven de su rechazo, así de todo el pesar que causaría a su Buen Padre”.
Sorprende la fuerza con la que el Fundador deja “en claro” la situación y apela a la responsabilidad “de la otra parte”, pero más sorprende su último pensamiento nacido de su ternura paternal: “Yo pensaba, mi querido hijo, que con la buena y franca voluntad de ayudarme en mis trabajos, usted se vendría a vivir conmigo”.
David Monier se trasladó a la casa de la Magdalena donde vivía Guillermo José, y no se separó nunca más de él hasta su muerte, un año antes que la de su “venerado Padre”.
Los conflictos interpersonales, algunas veces deliberados y otras más solapados, pueden convertirse en obstáculos importantes para la vida comunitaria y la misión; pero también pueden ser un motor que dinamiza el crecimiento personal y las relaciones con los demás, y nos invitan a vivir con mayor profundidad y autenticidad.  Por eso es que “nada sería mejor que entendernos y trabajar de acuerdo para gloria del Señor y de su augusta Madre”.

Danos Señor un corazón grande y renueva nuestro espíritu,
para que reconociendo nuestros conflictos con los demás
seamos capaces de acercarnos con humildad, y si es necesario,
perdonar o pedir perdón.

Danos Señor un corazón grande y renueva nuestro espíritu,
para que nuestras relaciones interpersonales sean más profundas y auténticas,
y a través de ellas podamos anunciar que es posible amar al prójimo,
en nuestra vida concreta y cotidiana.

Danos Señor un corazón grande y renueva nuestro espíritu,
para que seamos constructores de relaciones de amistad y de paz,
porque “nada ES mejor que entendernos y trabajar de acuerdo
para gloria del Señor y de su augusta Madre”.

Amén


                                                                         AT sm

domingo, 22 de enero de 2012

“Me hago viejo y sé que pronto iré a rendir cuentas a Nuestro Señor de las misiones que me ha confiado a lo largo de mi vida. He pasado por pruebas muy duras. Dios sea bendito y María, glorificada”.


La chamifrase de la semana 32

22 de enero de 2012 
162° aniversario de la Pascua del Beato Guillermo José Chaminade

“Me hago viejo y sé que pronto iré a rendir cuentas a Nuestro Señor de las misiones que me ha confiado a lo largo de mi vida. He pasado por pruebas muy duras. Dios sea bendito y María, glorificada”.

 (Carta 1313 - 17 agosto 1844. Al P. Caillet).

El Padre Chaminade asume la etapa de la vida en la que se encuentra, sabe que no le quedan muchos años  de vida, y no duda del rumbo hacia el que se dirige su existencia: el encuentro definitivo con el Señor, al que ha entregado la vida entera en el sacerdocio y a través de la fundación y animación de la Familia de María.

Ya no son los tiempos felices de su juventud en Mussidan, ni los tiempos difíciles de la vida oculta en el Burdeos post-revolucionario ni la soledad del exilio en Zaragoza.  Ya no es el tiempo del discernimiento y la espera prudente para lanzarse a la misión, ni el tiempo de las fundaciones de los Institutos religiosos y su desarrollo por toda Francia. Ha pasado “mucha agua debajo del puente”.  Guillermo José es consciente de su larga vida y de la cercanía del final.

Está seguro de dos cosas: que el Señor es el que le ha confiado unas cuantas “misiones” a lo largo de su vida y que no le han faltado duras pruebas en el camino.  Y todavía tendrá que sufrirlas en los años difíciles que le quedan por delante. 

No vemos en su testimonio nostalgia por lo pasado ni amargura por lo no logrado.  No percibimos tampoco depresión por su vejez, ni tampoco abandono de su sentido de la vida antes de tiempo.  En esta honestidad consigo mismo y su situación vital, el Padre Chaminade, hace su “síntesis existencial” desde la identidad de un hombre de fe.  Es lo que ha deseado ser toda la vida y lo que ha pedido a sus seguidores.  En los últimos años de su vida contemplamos en él al hombre de fe que sabe mirar y aceptar su propia realidad desde una mirada profunda que solo la fe del corazón en plenitud puede regalar: “Dios sea bendito y María glorificada”.

Cuántas veces había repetido durante su vida desde la influencia ignaciana de su primera formación espiritual: “Todo para mayor gloria de Dios”, a lo que agregaba desde el carisma recibido “y para la gloria de María”.  Al final de su vida, asumiendo todo lo que ha vivido, las alegrías y las tristezas, las gracias y las pruebas,… su corazón no puede dejar de manifestar ya no como deseo sino como experiencia vivida, que en todo “Dios sea bendito y María glorificada”.

Que al final de nuestros días, podamos también ya no proponernos sino ser auténticos hombres y mujeres de fe, y que el Señor nos regale la gracia de construir ese día, desde nuestro caminar concreto de todos los días:  en los momentos de estabilidad y en las pruebas, en pleno día y en la espesura de la noche, en las certezas y en las búsquedas, en las decisiones tomadas con la seguridad de los principios que no cambian y en las que se deben tomar asumiendo los riesgos de la adaptación y la encarnación en nuestra realidad cambiante.   Que en todo, en lo personal y lo comunitario,… “Dios sea bendito y María glorificada”.

Gracias Señor por la vida de Guillermo José,
nuestro Padre y Fundador.

Gracias Señor porque sus enseñanzas no fueron solo palabras
sino ejemplo encarnado en su propio testimonio de vida.

Gracias Señor porque contemplando la vida del Padre Chaminade
aprendemos a ser hombres de fe y misioneros de María.

Gracias Señor porque su vocación de Misionero en un mundo nuevo,
nos invita a nosotros a asumir la nuestra: la de ser misioneros en este mundo nuevo.

Gracias Señor por el don de la vocación marianista,
que nos regalás por la mediación de Guillermo José Chaminade.

Gracias Señor porque reconociéndonos herederos de su don,
nos animamos a desear que en todo en nuestras vidas,
“Dios sea bendito y María glorificada”.

Amén

                                  AT sm

lunes, 2 de enero de 2012

“Pido a Dios, desde el fondo de mi corazón, que las colme este año, y el resto de sus días, de sus inefables bendiciones”.


2 de enero de 2012  FELIZ AÑO NUEVO

“Pido a Dios, desde el fondo de mi corazón, que las colme este año, y el resto de sus días, de sus inefables bendiciones”.  

(Carta 186a – 10 de enero de 1821. A las novicias de las Hijas de María, Agen).


El Padre Chaminade solía terminar sus cartas con frases personales y nacidas de su mundo afectivo. Cualquiera hubiera sido el motivo y el contenido de la misma, vemos que su corazón se expresa con efusividad especialmente cuando se dirige a sus “hijos e hijas”: discípulos y seguidores.
En este caso se trata de un saludo al inicio del año a las novicias de las Hijas de María. Las religiosas marianistas no cumplieron todavía cinco años viviendo en comunidad, o sea que se trata de novicias de la primera hora.  El Fundador les escribe animándolas en la elección vocacional que han realizado y les aconseja en los mejores caminos para crecer en la vida espiritual.
Y su deseo para el nuevo año, no es una mera formalidad.  Su deseo convertido en oración nace “desde el fondo de mi corazón”. Es auténtico y profundo.  Y por si quedan dudas, en la carta original escrita por su secretario, después de esta frase podemos leer “Repito de mi propia mano:…”. Y vuelve a repetir esta frase con su propia letra.  Un detalle que nos muestra el gran corazón de nuestro Fundador.
Podemos también vislumbrar la intensidad de su saludo.  Porque su deseo para las novicias tiene una medida abundante: “que las colme este año” y una generosa amplitud de futuro: “y el resto de sus días”.  
Un deseo profundo y auténtico, convertido en oración, que pide plenitud de“bendiciones inefables”. O sea bendiciones que no se pueden expresar en palabras sino en propia experiencia de vida.  En el fondo Guillermo José les desea que puedan tener la gracia de una verdadera experiencia de Dios.
Y estas palabras no le salen así no más al Fundador.  Sabe vivencialmente de qué habla.  Pide generosamente para los demás lo que ha recibido como don en su interior.  Y al desear a los demás con generosidad desde el fondo de su corazón, esas bendiciones no sea agotan en su experiencia personal sino que manan con la fuerza viva de una manantial de gracia interior.
¿Y si nos animamos a desear con generosidad a los demás las bendiciones que necesitan? ¿Y si dejamos que desde el fondo de nuestro corazón, surja la oración sencilla y auténtica que pide con abundancia para los demás?...  quizás, de a poco podamos también nosotros experimentar en nuestra propia vida el deseo del Fundador: un nuevo año y el resto de nuestros días, colmados de “bendiciones inefables” de Dios.

Al hacer tuya la oración propuesta, dejá que tu corazón complete con los nombres que el Espíritu le inspire:

Te pido Señor, desde el fondo de mi corazón, que colmes a 
………….. este año,
y el resto de sus días, con tus inefables bendiciones.
Te pido Señor, desde el fondo de mi corazón, que colmes a 
………….. este año,
y el resto de sus días, con tu Paz.
Te pido Señor, desde el fondo de mi corazón, que colmes a 
………….. este año,
y el resto de sus días, con tu Luz.


Te pido Señor, desde el fondo de mi corazón, que colmes a 
………….. este año,
y el resto de sus días, con el don de la fe.
Te pido Señor, desde el fondo de mi corazón, que colmes a 
………….. este año,
y el resto de sus días, con tu Presencia de amor.
Te pido Señor, desde el fondo de mi corazón, que colmes a 
………….. este año,
y el resto de sus días, con …………………….. .


                                                                                                   AT sm