La chamifrase 114 – Domingo 19 de enero
“Todo te parecerá posible si la fe te hace verte como un delegado de
Jesucristo. Tendrás las gracias necesarias para desempeñar esa delegación, es
decir, las gracias de soledad, recogimiento interior, celo, abnegación de ti
mismo y entrega total a la obra del Señor.” (Carta 1117 - 12 febrero 1839. A Clouzet).
El Padre
Chaminade apela a la fe de uno de sus discípulos a la hora de animarlo en la
tarea encomendada. La situación no es fácil para el Sr. Clouzet, quien
tiene las mejores condiciones para asumir el cargo, pero ha sido criticado en
su testimonio religioso negativamente por sus hermanos y tendrá que intervenir
tomando decisiones que consoliden el orden administrativo de la misión de Saint
Remy. La clave para Guillermo José está en considerar con espíritu de fe
que la misión asignada no es una cuestión meramente institucional sino una
verdadera delegación de Jesús. Y esto es fuerte, pensando en que el Sr.
Clouzet se va a dedicar especialmente a los “asuntos temporales”.
Este consejo
nace de la larga experiencia de Guillermo José, desde su juventud en el Colegio
de San Carlos, donde ejercía además de las funciones educativas y sacerdotales,
el cargo de administrador. Animar y gestionar no son acciones opuestas o
incompatibles, sino necesariamente convergentes y complementarias. Ciertamente
para poder considerarlo y asumirlo concretamente de esta manera, hace falta que
no se pierda de vista el origen de la responsabilidad que se asume: “es una delegación
de Jesucristo”. Y para eso hace falta la mirada de fe que nos ayuda a
considerar nuestro trabajo cotidiano como una misión delegada por Jesús.
De esta manera también uno está abierto a recibir las gracias que necesita para
llevar adelante esta “delegación”.
Si uno se
queda solamente en la formación académica, en la experiencia acumulada o en las
capacidades naturales exigidas para desarrollar tal o cual responsabilidad
(todos requisitos obviamente necesarios) no se abrirá a recibir las gracias que
vienen de Aquel que te ha llamado a ejercer esa misión. Esas gracias
pueden parecer demasiado “espirituales” a la hora de pensar en una tarea de
gestión como la que tenía que asumir el Sr. Clouzet. Pero el Padre
Chaminade sabe bien qué se necesita y por eso le asegura que si es capaz de
reconocer en la fe que su trabajo es una delegación de Jesús, podrá tener las
gracias necesarias: la soledad y el recogimiento interior (para poder mirar la
realidad serenamente y tomar decisiones nacidas de un profundo discernimiento),
el celo (para que los sentimientos de Jesús y su pasión por el Reino sean el
motor del trabajo cotidiano); la abnegación de sí mismo (para trascender del
egoísmo natural y la propia “realización personal”, sumándose a la misión común
de los seguidores de Jesús) y la entrega total a la obra del Señor.
Guillermo José da un paso más ya no se trata de sostener solamente una
motivación interior de fe sino que debe la misma debe traslucirse en el
testimonio de vida. Por eso le pide a Clouzet “que por todas partes puedas decir con la misma sinceridad que San Pablo:
No cumplo tal o cual función más que por Jesucristo”.
En estos tiempos, donde tanto la rutina como la vorágine de asuntos a
resolver a nivel de la gestión de nuestras obras e instituciones atentan contra
el sentido último de nuestro trabajo cotidiano, escuchemos a nuestro Padre y
Fundador que hoy también nos dice a nosotros: “Todo te parecerá posible si
la fe te hace verte como un delegado de Jesucristo”. Si asumimos esta
mirada, tendremos las gracias necesarias y nos animaremos también a encarnar en
nuestra vida la presencia de Aquel que nos ha delegado continuar su misión en
nuestro trabajo cotidiano, sea cual fuere la función que nos toque realizar.
Señor Jesús,
gracias por
invitarme a reconocer en la fe
que mi
trabajo cotidiano es una “delegación” tuya,
para que con
mis actitudes y mis acciones
continúe con
alegría tu misión.
Señor Jesús,
concédeme
las gracias necesarias para ser tu “delegado”:
la soledad y
el recogimiento interior,
el celo, la
abnegación de mí mismo
y la entrega
total a tu obra.
Señor Jesús,
que esta
motivación interior se manifieste y se haga testimonio,
y así por todas partes pueda decir
“con la misma sinceridad que San Pablo:
no cumplo tal o cual función más que por
Jesucristo”.
Señor Jesús,
cuando la rutina y la maraña de cuestiones
burocráticas
alimenten la tentación de dejar las
responsabilidades asumidas,
aumenta mi fe para que pueda considerar que
todo es posible
si soy capaz de reconocerme como tu
“delegado”.
Amén
AT sm
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