La
chamifrase de la semana 127 – Primera semana de agosto de 2014 – Iniciando la
segunda parte del año escolar.
“Nos consideramos llamados por María misma a secundarla con todas
nuestras fuerzas…”(Carta 1163 - 24 de agosto de 1839. A los
predicadores de Retiros)
Para
el Padre Chaminade la presencia de María en nuestra misión educativa es
fundamental. En primer lugar porque es
su misma razón de ser. La misión es de María, nosotros hemos sido llamados a
secundarla como sus “auxiliares o
colaboradores”. Y esta vocación a ser “misioneros
de María” se despliega educando, porque hemos escuchado a María que nos dice
“Hagan lo que Él les diga”. Así en la
acción educativa cotidiana concretamos nuestra vocación. Esta conclusión para nuestro Fundador es tan propia
de nuestra Familia, que los primeros religiosos hacían un voto especial: el de
enseñanza. Y así lo explicaba: “Para responder a las
palabras de María: Hagan todo lo que Él les diga, este voto llega a todas las
clases, sexos y edades, pero sobre todo a la juventud y a los pobres”.
En
segundo lugar la presencia de María pasa también por la experiencia personal de
cada educador marianista, que como el discípulo amado al pie de la Cruz recibe
a María “en su propia casa”, en su propia vida y se deja formar por Ella a
imagen de Jesús. Y con Ella se siente llamado a vivir una verdadera “alianza”
para ayudarla en su misión. Esta
presencia maternal también la comparte con un profundo sentido comunitario con
otros hermanos y hermanas con un particular y característico “espíritu de
familia”.
En
tercer lugar María es también “nuestra inspiración y nuestro modelo”, y por
eso en nuestra misión educativa nos
esforzamos por crecer en sus virtudes: la fe que asume riesgos, la docilidad al
Espíritu y la delicadeza humana abierta a toda necesidad. La ternura de María se manifiesta en la
presencia real y activa del educador marianista con las personas y el ámbito en
el que ejerce su misión. La disponibilidad para el servicio y la sencillez en
la vida personal y comunitaria nos hablan también de una presencia de María que
nos ayuda a desarrollar una mirada de fe sobre la realidad, y unos vínculos y
un modelo organizacional que superan la mera estructura institucional de
nuestros centros educativos. Es por eso que en ellos intentamos reflejar en
nuestras relaciones un “estilo mariano” y en nuestra organización “un modelo
mariano de Iglesia”.La presencia de María en la pedagogía propuesta por el Padre Guillermo José Chaminade está íntimamente ligada a nuestra vocación marianista, por eso no puede estar desvinculada de la experiencia personal y comunitaria del educador marianista, y desde allí considerarla como “inspiración y modelo” no es solo una cuestión de imitación piadosa sino de profundo sentido espiritual. Porque es a través de nuestra acción educativa que concretamente María lleva adelante su misión: dando a luz a Jesús en el corazón de cada uno y en el mundo de hoy.
La
expresión sencilla y profunda de la presencia de María en nuestra misión
educativa marianista es un buen indicador de que el carisma recibido por
nuestro Fundador hace dos siglos, sigue vivo y tiene futuro.
María, Madre
nuestra,
somos tus hijos
y tus misioneros,
y nos sentimos
llamados por Ti misma
a secundarte
con todas nuestras fuerzas
en tu misión a
través de la educación.
como el
discípulo amado te reconocemos como nuestra Madre,
y deseamos que
nos formes a imagen de tu Hijo Jesús,
para que
motivados por sus mismos sentimientos
seamos
testimonio cada día de su Presencia entre nosotros.
seguimos
escuchando con atención tus palabras:
“Hagan lo que
Él les diga”,
y con alegría
hacemos presente tu ternura maternal
con las
personas y en los ámbitos donde concretamos nuestra misión.
y nos
comprometemos a que este “espíritu” que nos caracteriza
se encarne en
nuestras relaciones y en nuestras planificaciones,
en nuestra
estructura institucional y en la toma de decisiones,
y sostenga con
sentido nuestro Proyecto Educativo Pastoral.
Amén
AT sm
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