miércoles, 8 de enero de 2014

“Los temas de meditación son muy buenos. Todo consiste esencialmente en que haga un uso tal de la fe, que lo una de algún modo y, sin embargo, muy realmente, tanto con los misterios como con las verdades de fe que le sirven de temas de meditación”. (Carta 977 - Bordeaux 1-3 Julio 1837. Al Sr. Chevaux)

La chamifrase 110 – Miércoles 8 de enero  - TALLER DE ORACIÓN IX

“Los temas de meditación son muy buenos. Todo consiste esencialmente en que haga un uso tal de la fe, que lo una de algún modo y, sin embargo, muy realmente, tanto con los misterios como con las verdades de fe que le sirven de temas de meditación”. (Carta 977 - Bordeaux 1-3 Julio 1837. Al Sr. Chevaux)
Todos los pasos anteriores que fuimos recorriendo en este Taller de Oración constituyen la preparación para llegar al “cuerpo” de la oración.  Ciertamente los pasos previos van abriendo puertas que nos disponen finalmente al encuentro personal con el Señor.
En primer lugar hay que dar lugar a las “consideraciones”. Trayendo nuevamente a la memoria el tema de la oración elegido previamente, ya sea una verdad de fe o un misterio de la vida de Jesús.  La Palabra de Dios ilumina y da consistencia a estas consideraciones que buscan encontrar significados, importancia, aplicaciones del tema de meditación elegido. La reflexión nos ayuda a examinar el sentido de las palabras que enuncian una verdad de fe y la imaginación nos ayuda a realizar una composición de lugar para meditar en un misterio de la vida de Jesús.  En todo caso, si bien “aplicamos” con estas consideraciones nuestra capacidad intelectual y comprensiva, lo hacemos siempre en actitud de escucha atenta y abierta a las mociones del Espíritu Santo.  Debemos tener cuidado de confundir este método de “oración mental” con un ejercicio de reflexión intelectual o de elucubración teológica.  Es un tiempo dedicado al encuentro con el Señor, y las consideraciones sobre el tema elegido nos ayudan a entrar en ese misterio de intimidad con Él que llamamos oración.
Si este coloquio está bien encaminado y la fe es la luz que guía el camino, a las consideraciones seguirán los “afectos”, que manifestarán la reacción de nuestro corazón y nuestra necesidad de expresar al Señor nuestras disposiciones interiores que se convierten en alabanza, bendición o acción de gracias.  La manifestación de los afectos es también un camino para incorporar los mismos sentimientos de Jesús y crecer poco a poco por cercanía con su presencia en la conformidad con Él.
“Consideraciones” y “afectos”, que metodológicamente se suceden, comienzan a integrarse cuando llegamos a ese momento de la oración que podemos llamar simplemente “el conversar familiarmente con el Señor”.
Finalmente, porque la oración no es algo descolgado de nuestra vida, sino que debe justamente marcarla profundamente, es que damos pasos a las “resoluciones” o decisiones para llevar a la vida concreta el fruto de nuestra oración.  Como en toda la oración, no se trata de un ejercicio ascético y de “elegir” una acción concreta, sino dejar que el Espíritu nos la inspire.  Estas resoluciones deben tener tres características: ser concretas, de inmediata aplicación y fácilmente recordable o repetible. 
Así es como siguiendo este camino, la Palabra de Dios, rumiada con las resoluciones y los afectos se convierte poco a poco a través de las resoluciones en convicciones de fe arraigadas en nuestro corazón y manifiesta interiormente en la unión con Jesús a través de la vivencia de sus propios sentimientos.
Es cierto que el Padre Chaminade, no siempre describe el método exactamente de la misma manera, pero fundamentalmente, éste es el esquema que propone para el cuerpo de la oración (CF. Escritos de Oración 199). ¿Nos animamos a seguir incorporando este “método común” de oración que nos regaló nuestro Padre y Fundador?

Compartimos a modo de ejemplo, recordando que este paso del “cuerpo de la oración” tiene que estar abierto a la inspiración del Espíritu desde la experiencia de cada persona

Hemos elegido meditar sobre un misterio de la vida de Jesús: “El nacimiento en Belén”.
Consideraciones: Dios que desde siempre habló por medio de los profetas finalmente se encarnó y se hizo hombre.  El Omnipotente y eterno nació en la pequeñez y la fragilidad de un niño recién nacido. El Evangelio de Lucas lo atestigua: “Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue.” (Lc 2, 6-7).
Si quiero encontrar al Señor tengo que ir a buscarlo al pesebre, en la sencillez y en la humildad.  Es allí donde la Luz me espera para nacer también en mi vida.  ¿Habrá lugar en mi corazón para que pueda nacer?...  …
Afectos: Contemplar al niño recién nacido en el pesebre, conmueve mi corazón, me llena de ternura, y aparece el deseo profundo de dar gracias.  Gracias Señor porque siendo rico te hiciste pobre, porque siendo inmenso te hiciste pequeño, porque siendo fuerte te hiciste frágil,… Gracias Señor por haber elegido nacer en el pesebre. Aquí Señor tienes mi corazón.  Necesito que vuelvas a nacer en él…
Resoluciones: En este semana dedicaré todos los días diez minutos al final del día para reconocer y darte gracias por tu presencia sencilla y cotidiana en mi vida (en el encuentro con otras personas, en los sentimientos que animaron mi día, en los pequeños acontecimientos cotidianos, etc.).

ATsm
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