domingo, 15 de diciembre de 2013

“He leído cuatro veces las cuatro últimas líneas de tu carta, sobre todo esta frase: “Hay en mi corazón un verdadero deseo de ser de Dios y de hacer su santa voluntad”. Lo creo sinceramente y, puedo decir que lo he creído siempre; pero tú sabes, que en materia de religión y de salvación, los deseos, incluso los verdaderos, no bastan” (Carta 606 - 26 octubre 1831. Al P. Lalanne)

La chamifrase de la semana 97 – Domingo 15 de diciembre de 2013.

He leído cuatro veces las cuatro últimas líneas de tu carta, sobre todo esta frase: “Hay en mi corazón un verdadero deseo de ser de Dios y de hacer su santa voluntad”. Lo creo sinceramente y, puedo decir que lo he creído siempre; pero tú sabes, que en materia de religión y de salvación, los deseos, incluso los verdaderos, no bastan” (Carta 606 - 26 octubre 1831. Al P. Lalanne)


El Padre Chaminade es un gran conocedor del corazón humano, y por eso retoma en su respuesta a una carta que le enviara el Padre Lalanne, a quien conoce y guía desde la juventud, una frase que es como una confesión de su mundo interior: “Hay en mi corazón un verdadero deseo de ser de Dios y de hacer su santa voluntad”.  Con gran cariño paternal resalta esta frase y le expresa su confianza en la honestidad y veracidad de sus deseos interiores: “Lo creo sinceramente y, puedo decir que lo he creído siempre”.  Pero, justamente por ese conocimiento del espíritu humano adquirido en el acompañamiento de tantas personas, Guillermo José le advierte con claridad y contundencia: “pero tú sabes, que en materia de religión y de salvación, los deseos, incluso los verdaderos, no bastan”.
Los deseos no bastan.  Los deseos son necesarios porque son el motor de la vida humana, pero no bastan.  Aún los deseos más puros y verdaderos no bastan.  Porque el deseo necesita del discernimiento y la decisión personal para que pueda concretarse.  Por eso son deseos y no meros instintos que tienden como en los animales a su satisfacción inmediata.  Los deseos son una invitación pero necesitan de nuestra deliberada atención para que puedan encarnarse en nuestra propia vida.
El Padre Lalanne le expresa un deseo íntimo y valioso a su Padre espiritual: desea ser de Dios y hacer su santa voluntad. Pero ese deseo que es necesario para fundamentar una vida cristiana de entrega en el servicio a los hermanos, no basta si no hay una serie de decisiones personales que historicen en su vida ese deseo. Y esas decisiones, no pasan por hacer grandes cosas, sino por la concreción sencilla y cotidiana de ese deseo.  ¿Cómo se puede “ser de Dios” si no hay una vida de oración rica y profunda, una escucha cotidiana de la Palabra, una espiritualidad que pone en el centro del corazón al Señor? ¿Cómo se puede “hacer su santa voluntad” si estamos permanentemente más preocupados de “nuestras necesidades personales” que del amor que reconoce las necesidades de nuestros hermanos más pobres y sufrientes?  Está claro, que por más auténticos y santos que sean nuestros deseos, no bastan, si nuestra vida no los encarna en el espacio cotidiano en el que vivimos.
También nosotros guardamos en nuestro corazón deseos profundos y verdaderos, como el de Juan Bautista Lalanne. No nos olvidemos que nuestro Padre y Fundador nos quiere también a nosotros con ternura paternal y confía en nuestra autenticidad, pero también no deja de advertirnos: “pero tú sabes, que en materia de religión y de salvación, los deseos, incluso los verdaderos, no bastan”. Vivamos con alegría, reconociendo agradecidos esos deseos verdaderos que anidan en nuestro corazón, y decidámonos a encarnarlos con sencillez y humildad en nuestra vida cotidiana.

Señor Jesús,
te damos gracias porque en lo más profundo de nuestro ser,
experimentamos el deseo de ser tuyos
y de hacer tu santa voluntad.
Podemos también reconocer que este deseo verdadero,
es una expresión de nuestra misma identidad
porque nos hiciste a tu imagen y semejanza.

Señor Jesús,
en el camino de la vida nos damos cuenta
que los deseos, incluso los verdaderos, no bastan
para vivir en plenitud nuestra vocación cristiana.
Necesitamos discernir y tomar decisiones,
para que esos deseos se encarnen poco a poco
con sencillez en nuestra existencia cotidiana.

Señor Jesús,
queremos comprometernos
para que nuestros deseos verdaderos
se concreten en nuestras vidas.
Sabemos que contamos con tu gracia,
y con el testimonio y la intercesión
de nuestro querido Padre y Fundador.

Amén
                                                                                                                                         ATsm


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