lunes, 19 de agosto de 2013

“Nosotros no somos más que los testigos pasajeros de la doctrina enseñada por Jesucristo. Se nos ha ordenado predicar a tiempo y destiempo” (Carta 93 - 15 octubre 1817 - A la Madre Adela de Trenquelleón).


Las chamifrases de la semana en el Año de la FE

 La chamifrase de la semana 83 – Domingo 18 de agosto de 2013

Nosotros no somos más que los testigos pasajeros de la doctrina enseñada por Jesucristo. Se nos ha ordenado predicar a tiempo y destiempo

                           (Carta 93 - 15 octubre 1817 - A la Madre Adela de Trenquelleón).

El Padre Chaminade escribe una larga respuesta a la Madre Adela.  Entre tantas ocupaciones y la fundación de la Compañía de María, se le habían ido juntando unas cuántas cartas llegadas del Convento de las hermanas de Agen.  Había pasado un poco más de un año de la fundación del mismo y Adela necesitaba plantearle al Fundador diversas situaciones que se iban presentando para recibir su parecer y poder  tomar decisiones.  Entre tantas respuestas a situaciones concretas Guillermo José no duda en recordarle a Adela que “nosotros no somos más que los testigos pasajeros de la doctrina enseñada por Jesucristo”.  Quiere decirle que no tenemos que inventar nada nuevo, la novedad la trajo Jesús de Nazaret, y a nosotros nos toca en este tiempo de la historia ser testigos de ese Evangelio.  Por eso, más allá de las situaciones  concretas e institucionales a las que Adela se enfrentaba, le recuerda que “se nos ha ordenado predicar a tiempo y a destiempo”.  Conflictos y situaciones complicadas que nos ocupen y preocupen habrá siempre.  Nunca estaremos personalmente del todo preparados ni nuestras instituciones finalmente acabadas para dedicarnos al apostolado.  Estamos llamados a predicar el Evangelio en todo momento, con nuestra palabra y sobre todo con nuestro testimonio de vida.

Hoy también nos encontramos tantas veces en una sociedad y en un mundo en el que parece que el mensaje evangélico no tiene lugar.  Nos preocupamos demasiado de tener las planificaciones pastorales y los instrumentos adecuados para anunciar el Evangelio.  Sentimos que los conflictos nos bloquean.  Nos dejamos llevar por un enquistado “respeto humano” que nos lleva a licuar el Evangelio de Jesucristo.  Nos preocupa ser bien aceptados, queridos, valorados,… y nos olvidamos que el Maestro terminó su existencia histórica en una Cruz.

Guillermo José,  tiene amplia experiencia apostólica y relativiza las situaciones que a veces nos paralizan y bloquean en nuestra misión, por eso en la misma carta expresa con seguridad: está ya previsto que el mundo no nos escuchará siempre; no por eso hay que testimoniar menos la verdad, mientras nos sean dados el tiempo y el poder hacerlo: Dios hará fructificar cuando le plazca; que él no permita que se nos pueda reprochar negligencia. Sería tiempo perdido si no se instruyese: no será perdido por el solo hecho de que sea mal recibido o descuidado por los oyentes”.

Guillermo José,  llamaba a esta fuerza interior, a este ardor apostólico, a esta pasión misionera, a ese “fuego que trajo Jesucristo al mundo”: “celo por la salvación de las almas”.  Escuchemos su invitación, dejemos a un lado los miedos y la búsqueda tan  humana pero no siempre bien integrada, de ser queridos y aceptados por todos. Seamos humildes y desestimemos la fantasía de que sólo nosotros sabemos lo que hay que hacer.  Y sencillamente, dejemos que el Espíritu de Jesús, encienda ese “celo” en el interior de nuestras personas y de nuestras comunidades, para que no tengamos reservas en “salir al mundo” y “predicar a tiempo y a destiempo”.

Señor Jesús,

necesitamos volver a escuchar tu llamado a seguirte,

y a comprometernos con nuestra vocación de discípulos misioneros

en este tiempo de la historia que nos toca transitar.


Señor Jesús,

Tú viniste “a traer fuego sobre la tierra” (Lc. 12,49),

que tu Espíritu lo encienda y lo haga arder

en cada uno de nosotros y en nuestras comunidades.


Señor Jesús,

que ese ardor apostólico, que esa pasión misionera,

nos levante y nos ponga en actitud de salir

y de ponernos en camino cada día.


Señor Jesús,

sabemos que no faltarán las críticas y las dificultades,

no siempre habrá aplausos y a veces experimentaremos el rechazo,

pero nunca estaremos solos, porque siempre estarás con nosotros.

Señor Jesús,

despierta en nosotros la alegría de evangelizar y el entusiasmo misionero,

para que con perseverancia y compromiso,

salgamos “a predicar a tiempo y a destiempo”.

Amén

                                                        AT sm

 

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