miércoles, 7 de agosto de 2013

“Empezarás la meditación adorando a Dios y… te mantendrás en presencia de Dios con el mayor recogimiento” (Carta 9 - 27 mayo de 1796. A la Srta. Teresa de Lamourous)


Las chamifrases de la semana en el Año de la FE

 La chamifrase de la semana 80 – TALLER DE ORACIÓN IV
 
Empezarás la meditación adorando a Dios y… te mantendrás en presencia de Dios con el mayor recogimiento”
                                      (Carta 9 - 27 mayo de 1796. A la Srta. Teresa de Lamourous)

 El ejercicio de fe en la Presencia de Dios en la vida diaria (incorporado como hábito al inicio de cada actividad importante del día o practicado en diversos momentos de la jornada como oración del corazón) prepara para el momento dedicado explícitamente a la oración pero no exime de volver a dedicarle un tiempo especial al inicio de la misma.  Para el Padre Chaminade, al iniciar la oración, en el tiempo dedicado al ejercicio de fe en la Presencia de Dios se juega la profundidad y el fruto de la misma.
 
En primer lugar es necesario disponerse exterior e interiormente para la oración. El primer paso es la decisión interior de dedicar un tiempo a la oración, que muchas veces no es fácil en la vorágine cotidiana. Hay que dar el paso.  Es preferible poder dedicar todos los días un tiempo aunque no sea muy largo, que esperar el día en que uno pueda dedicar un tiempo más prolongado. Es necesario también encontrar un lugar adecuado y una postura corporal que facilite la interioridad y el recogimiento.  La respiración tranquila y profunda ayuda a disponerse a iniciar la oración.

 Luego de esta preparación, Guillermo José nos invita a dedicar un tiempo tranquilo al ejercicio de fe en la Presencia de Dios. Es un tiempo para tomar conciencia de la presencia mutua del Señor y de uno mismo, iniciando un diálogo de amistad.  Para el Padre Chaminade es fundamental tomar conciencia de la “distancia” que hay entre la Presencia de Dios (infinita, eterna, omnipotente, omnipresente) y nuestra presencia (frágil, débil, vulnerable, herida por el pecado).  A simple vista uno pudiera pensar que esto no facilita la intimidad con el Señor, pero es justamente lo contrario, cuanto más somos conscientes de quienes somos los que “nos encontramos” en la oración, más profundo será el encuentro.
 
Este tiempo dedicado al ejercicio de fe en la Presencia de Dios al inicio de la oración dispone para entrar luego en el cuerpo de la oración (en el que se focaliza el tema de la oración a través la meditación sobre la Palabra u de otro subsidio espiritual). Pero el Padre Chaminade insiste en que si uno se siente llamado a permanecer en este ejercicio, puede muy bien completar todo el tiempo dedicado a la oración.

Ciertamente cada uno tendrá que ir buscando el modo personal y el lenguaje propio para desarrollar este ejercicio de fe en la Presencia de Dios al inicio de la oración.  Para comenzar te aportamos una posibilidad inspirada en los textos chaminadianos:

 
Aquí estoy Señor, creo en tu Presencia aquí y hora,

en tu Presencia que nos acompaña, nos anima, nos sostiene, nos habita. 

En ella somos, nos movemos y existimos.

Renuevo mi fe en tu Presencia cercana y amiga,

siempre dispuesto a recibirme en tu abrazo misericordioso

y a caminar a mi lado.

Aquí estoy Señor, frágil, débil, pecador,

tantas veces incoherente entre mis ideales y mi vida cotidiana.

Aquí estoy Señor frente a Ti, Dios omnipotente e infinito,

el Amor eterno, el Principio y el Fin,

el Camino, la Resurrección y la Vida.

Aquí estoy Señor, sumergido en tu Presencia

como un pececito en medio del océano.

Aquí estas Señor,  invitándome a vivir en Ti,

a dejarme transformar por tu Amor.

 Aquí estás Señor, tú me sondeas y me conoces,

conoces si me siento o me levanto,

estás atento a mis alegrías y a mis tristezas, …

enséñame a conocerme como Tú me conoces,

a mirar mi historia con tus ojos misericordiosos,

a saber reconocer los dones que me has regalado.

Aquí estoy Señor. Aquí estás Señor.

Te alabo y te bendigo.

Gloria a Ti Señor, que eres Padre, Hijo, y Espíritu Santo,

ahora y por siempre  por los siglos de los siglos.

Aquí estoy Señor. Aquí estás Señor….

                                                                                              AT sm

 

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