Las
chamifrases de la semana en el Año de la FE
“Empezarás la meditación
adorando a Dios y… te mantendrás en presencia de Dios con el mayor
recogimiento”
En primer lugar es necesario disponerse exterior e interiormente para la oración. El primer paso es la decisión interior de dedicar un tiempo a la oración, que muchas veces no es fácil en la vorágine cotidiana. Hay que dar el paso. Es preferible poder dedicar todos los días un tiempo aunque no sea muy largo, que esperar el día en que uno pueda dedicar un tiempo más prolongado. Es necesario también encontrar un lugar adecuado y una postura corporal que facilite la interioridad y el recogimiento. La respiración tranquila y profunda ayuda a disponerse a iniciar la oración.
Este
tiempo dedicado al ejercicio de fe en la Presencia de Dios al inicio de la
oración dispone para entrar luego en el cuerpo de la oración (en el que se
focaliza el tema de la oración a través la meditación sobre la Palabra u de
otro subsidio espiritual). Pero el Padre Chaminade insiste en que si uno se
siente llamado a permanecer en este ejercicio, puede muy bien completar todo el
tiempo dedicado a la oración.
Ciertamente
cada uno tendrá que ir buscando el modo personal y el lenguaje propio para
desarrollar este ejercicio de fe en la Presencia de Dios al inicio de la
oración. Para comenzar te aportamos una
posibilidad inspirada en los textos chaminadianos:
Aquí
estoy Señor, creo en tu Presencia aquí y hora,
en
tu Presencia que nos acompaña, nos anima, nos sostiene, nos habita.
En
ella somos, nos movemos y existimos.
Renuevo
mi fe en tu Presencia cercana y amiga,
siempre
dispuesto a recibirme en tu abrazo misericordioso
y
a caminar a mi lado.
Aquí
estoy Señor, frágil, débil, pecador,
tantas
veces incoherente entre mis ideales y mi vida cotidiana.
Aquí
estoy Señor frente a Ti, Dios omnipotente e infinito,
el
Amor eterno, el Principio y el Fin,
el
Camino, la Resurrección y la Vida.
Aquí
estoy Señor, sumergido en tu Presencia
como
un pececito en medio del océano.
Aquí
estas Señor, invitándome a vivir en Ti,
a
dejarme transformar por tu Amor.
conoces
si me siento o me levanto,
estás
atento a mis alegrías y a mis tristezas, …
enséñame
a conocerme como Tú me conoces,
a
mirar mi historia con tus ojos misericordiosos,
a
saber reconocer los dones que me has regalado.
Aquí
estoy Señor. Aquí estás Señor.
Te
alabo y te bendigo.
Gloria
a Ti Señor, que eres Padre, Hijo, y Espíritu Santo,
ahora
y por siempre por los siglos de los
siglos.
Aquí
estoy Señor. Aquí estás Señor….
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