domingo, 2 de octubre de 2011

“Bendigamos a la divina Providencia y demos gracias a la Santísima Virgen por el desarrollo de nuestra obra. Como tú, yo también reboso de alegría y consuelo cuando veo cuánto bien podemos hacer”


La chamifrase de la semana 18

2 de octubre de 2011

“Bendigamos a la divina Providencia y demos gracias a la Santísima Virgen por el desarrollo de nuestra obra. Como tú, yo también reboso de alegría y consuelo cuando veo cuánto bien podemos hacer”

  (1327 - 18 septiembre 1844. A Ederlin)

El Padre Chaminade bendice y agradece al Señor y a la Virgen por el desarrollo de la obra marianista.  Su gran alegría no es fruto de un orgullo desmedido o la complacencia por el éxito de sus planes.  Su gran alegría es fruto de su ardor misionero, de la entrega generosa de sus fuerzas y sus recursos a la misión. Su gran alegría es un fruto del Reino de Jesús que se va extendiendo a través de sus obras.  Su gran alegría es también la confirmación de que hay que trabajar con todas nuestras posibilidades sin dejar de confiar en la Providencia que sostiene, anima y fructifica nuestras obras cuando estamos en sintonía con la Voluntad de Dios: hacer el bien.  De hecho ese fue el gran testimonio de Jesús, que pasó su vida “haciendo el bien” (Hech. 8, 38).

La frase de Guillermo José continúa confesando:“Pero lo que disminuye mi alegría y la cambia en tristeza es ver que no podemos atender todas las peticiones que nos hacen”.  E inmediatamente renueva su confianza en la “parte” que le corresponde al Señor: “Que el Padre de familia se digne enviar numerosos y fervorosos obreros a su viña. La cosecha está madura, roguemos al dueño de la mies que nos capacite para cosecharla”.

La humildad para reconocer la propia realidad y la prudencia con la que siempre manejó sus decisiones, jamás mitigaron el ardor misionero de nuestro Fundador.  En algún momento sus propios seguidores se alarmaban de la cantidad y la diversidad de obras en las que se comprometía. A veces hasta aceptaba nuevos desafíos pensando en las personas que tendría disponibles en dos o tres años. Confiando en los dones y recursos con los que contaba su “pequeña” Familia Marianista y en la permanente asistencia de la Providencia, nunca perdió la “urgencia” del compromiso misionero.

Y es así que puede experimentar esa alegría y ese consuelo al ver “cuánto bien podemos hacer”.  Y esta experiencia es un llamado renovado a seguir comprometiéndose con todas las fuerzas en la misión de María, con renovado ardor misionero y profunda creatividad evangélica.

Te bendecimos Señor,
por el desarrollo de nuestra obra misionera.
Te bendecimos Señor,
por todo el bien que podemos hacer.
Te bendecimos Señor,
porque nos seguís invitando a poner todas nuestras fuerzas en la misión.
Te bendecimos Señor,
porque no dejás de acompañarnos y asistirnos con tu divina Providencia.
Te bendecimos Señor,
porque nuestro corazón rebosa de alegría al ver como tu Reino sigue creciendo.

Te damos gracias María,
por llamarnos a ser tus hijos y formarnos a imagen de Jesús.
Te damos gracias María,
por invitarnos a colaborar en tu misión.
Te damos gracias María,
por la vida y la inspiración de Guillermo José, nuestro Padre y Fundador.
Te damos gracias María,
por contagiarnos su ardor misionero y su pasión por el Reino de Jesús.
Te damos gracias María,
por animarnos a desarrollar la creatividad misionera y la audacia apostólica.

Te bendecimos Señor,
y reafirmamos la confianza en tu Providencia.
Te damos gracias María,
y renovamos nuestra alianza misionera con vos.

A.T. sm

No hay comentarios:

Publicar un comentario