domingo, 16 de octubre de 2011

“Mi corazón está lleno del cariño más tierno hacia ti; y del deseo más ardiente de que secundes los planes de Dios sobre ti; y de que llegues a ser un gran santo”


La chamifrase de la semana 21

16 de octubre de 2011


“Mi corazón está lleno del cariño más tierno hacia ti; y del deseo más ardiente de que secundes los planes de Dios sobre ti; y de que llegues a ser un gran santo”

(Carta 661 - 23 enero 1833. Al P. Lalanne).

El Padre Chaminade concluye así una de las tantas cartas escritas al Padre Juan Bautista Lalanne.  No es un saludo formal o de compromiso.  Es una afirmación que nace de su corazón y en el que expresa su afecto hacia él.  Este amor del Fundador hacia uno de sus más cercanos colaboradores, que conoce desde muy joven y que fue el primero en dar el paso a la vida religiosa marianista masculina, se expresa a través de un deseo profundo: que llegue a ser “un gran santo”.  Y se llega a ser santo cuando los planes de Dios y nuestros planes se encuentran.  Y un santo es una persona feliz.  En el fondo el deseo de Guillermo José para Lalanne es que sea verdaderamente feliz.

Guillermo José conoce a su hijo y discípulo como nadie.  Lo ha acompañado desde su juventud, primero como congregante y luego como religioso y sacerdote.  Aprecia su gran inteligencia y sus múltiples capacidades.  Valora su creatividad y su energía que anima y moviliza a los demás. Respeta su experiencia y su entrega al desarrollo de la misión educativa marianista.  Reconoce en él un hombre con una gran impronta humanística y a la vez con un profundo sentido religioso.  Y conoce también su impronta temperamental activa y enérgica, que a veces termina siendo avasalladora y desafiante.  Esta modalidad personal ya le ha significado algunas situaciones conflictivas dentro y fuera de la Compañía.  En el futuro hasta tendrá que salir un tiempo fuera del Instituto para saldar unas deudas contraídas sin el permiso necesario. 

En la historia marianista se lo recuerda y valora por su aporte a la    educación marianista. Fue sin duda el gran ideólogo de la pedagogía marianista, desarrollada finalmente en plenitud en sus años de Director del Colegio Stanislas de Paris. Pero muchas veces su aporte ha sido relativizado por las anécdotas conflictivas y su fama de “enfant terrible”.

Necesitamos desarrollar una memoria agradecida del Padre Lalanne no sólo por sus aportes a la misión de la SM, sino sobre todo por su gran fidelidad al Fundador.  Hasta el final de su vida defendió el buen nombre del  Padre Chaminade y luchó por sostener y consolidar el carisma marianista que recibió de primera mano.  Y fue encarnando durante su vida el deseo del Fundador dejando que sus planes se encontraran con los planes de Dios y dejándose formar como un auténtico hijo de María.   Seguramente le ayudaron los consejos y sugerencias del Fundador, en muchas ocasiones llamándole la atención y corrigiendo sus actitudes.  Pero podemos pensar que lo que más le ayudó a crecer como persona y como cristiano, fue el amor paternal de Guillermo José, su confianza en él, su cercanía afectiva y espiritual.

También nosotros podemos llegar a ser “grandes santos”,  a ser personas felices, gracias a tantos y tantas que en nuestra vida nos han regalado su amor, su ternura, su confianza, su cercanía afectiva y espiritual. 

Y también Guillermo José hoy nos mira a cada uno de nosotros, miembros de su familia y nos repite: Mi corazón está lleno del cariño más tierno hacia ti; y del deseo más ardiente de que secundes los planes de Dios sobre ti; y de que llegues a ser un gran santo”

Gracias Señor por aquellas personas que me han amado
con sinceridad y sin condiciones.
Gracias Señor por aquellas personas que confiando en mis posibilidades,
me han ayudado a despertar y desarrollar mis potencialidades.
Gracias Señor por aquellas personas que me han corregido con ternura,
buscando ayudarme a crecer y no meramente condenarme.
Gracias Señor por aquellas personas que supieron esperar mis tiempos,
y me han acompañado con paciencia.
Gracias Señor por aquellas personas que me ayudaron a levantarme en mis caídas,
y me ofrecieron el hombro para apoyarme y recuperar fuerzas.
Gracias Señor por aquellas personas que estuvieron cerca cuando el dolor llegó a mi vida,
y celebraron con alegría cuando llegaron días de fiesta.
Gracias Señor por…. (deja que tu corazón los nombre….)
porque a través de todos ellos/as me has amado y acompañado,
me has invitado a crecer y te has enredado en mis caminos,
y me has regalado Tu Presencia paterna y materna.
Gracias Señor, Gracias.


                                                                                         A.T. sm

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