Las
chamifrases de la semana en el Año de la FE
La
chamifrase de la semana 85 – TALLER DE ORACIÓN V
“Al comienzo de la oración,… Únete a
Jesucristo, nuestro jefe y mediador ante Dios, para rezar con Él, por Él y en Él.”
(Carta
761 - 9 febrero de 1835. Al P. León Meyer).
Retomamos nuestro taller de oración de la
mano de Guillermo José, a través de sus consejos a sus discípulos. Después de haber dedicado un primer momento
de la oración a renovar nuestra fe en la presencia de Dios, el Padre Chaminade,
nos invita a unirnos a Jesús “para rezar con Él, por Él y en Él”.
La primera inquietud que nos puede surgir
es preguntarnos: ¿Cómo que tenemos que unirnos a Jesús para orar?… ¿Unirnos a Él
no es ya orar?. Es cierto que el
encuentro con el Señor es ya oración, pero siguiendo la misma tradición
evangélica, oramos al Padre Dios y por eso necesitamos hacerlo “con Jesús, por
Él, y en Él”.
“Con Jesús”: Es con Él, que nos presentamos al Padre,
es con Él que aprendemos a orar como los discípulos, es con Él que caminamos
por la vida y es con Él que en nuestra vida podemos recibir su Espíritu “que
clama ¡Abbá Padre!” (Ga 4,6).
“Por Jesús”, porque Él es el único Mediador entre
Dios y nosotros, porque Él es el camino, y “nadie va al Padre sino por Mí”
(Jn 14,6). Viviendo esta experiencia profunda de llegar al Padre por medio de
Jesús y en comunión con Él expresa san Pablo: “Todo cuanto hagan de palabra
y de obra, háganlo siempre en el nombre del Señor, dando gracias por Él a Dios
Padre” (Col 3,17).
“En Jesús”, porque desde el Bautismo vivimos en
Cristo y su Vida nos sostiene. Él nos ha
elegido como amigos, nos ha invitado a seguirlo, a vivir en comunión con Él y
su Evangelio, a permanecer unidos en Él como los sarmientos a la vid: “Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden
hacer. Pero el que no permanece en mí,
es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde. Si ustedes
permanecen en mí y mis
palabras permanecen en ustedes,
pidan lo que quieran y lo
obtendrán”.
Unirse explícitamente a Jesús al comenzar
la oración, nos coloca de la mano de nuestro Padre y Fundador en la más
auténtica espiritualidad bíblica de la oración.
Por eso al comenzar la oración,… unámonos
a Jesucristo “nuestro jefe y mediador ante Dios, para rezar con Él, por
Él y en Él”.
Señor Jesús, quiero unirme a Ti,
porque Tú eres el Camino
y nadie puede ir al Padre sino es por Ti.
Contigo Señor Jesús, puedo aprender a
orar,
y dejar que tu Espíritu clame desde lo
más íntimo de mi ser:
¡Abbá Padre!
Por Ti Señor Jesús, presento al Padre mi
vida,
mis necesidades y las de mis hermanos,
por Ti Jesús, le doy gracias de todo
corazón.
En Ti Señor Jesús deseo permanecer,
como el sarmiento unido a la vid,
solo en Ti Jesús mi vida puede dar fruto.
Señor Jesús, al comenzar la oración,
me uno de corazón a tu Persona,
para orar contigo, por Ti y en Ti.
Amén.
AT sm
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