miércoles, 11 de septiembre de 2013

“Únete también a la Santísima Virgen, que dispondrá a su adorable Hijo para que sea tu mediador ante el Padre” (Carta 761 - 9 febrero de 1835. Al P. León Meyer).

Las chamifrases de la semana en el Año de la FE

La chamifrase de la semana 87 – TALLER DE ORACIÓN VI

Únete también a la Santísima Virgen, que dispondrá a su adorable Hijo para que sea tu mediador ante el Padre” 
                                    (Carta 761 - 9 febrero de 1835. Al P. León Meyer).

 Después de habernos ejercitado en la fe en la Presencia de Dios y habernos dispuesto a unirse a Jesucristo, el último paso de la primera parte de la oración es la unión con María.
Sí, nos unimos también explícitamente a Ella al comenzar nuestra oración, porque a través de su Presencia maternal llegamos más fácilmente a la unidad con Jesús, nuestro mediador.
Ella es también para nosotros Maestra de oración.  Nos enseña a disponer el corazón y la mente para el encuentro con el Señor.  Con Ella aprendemos a contemplar los misterios de la vida de Jesús, guardándolos  y meditándolos en nuestro corazón.  Con Ella aprendemos a leer también la acción de Dios en la historia y en nuestra propia historia, y así junto con Ella podemos entonar nuestro propio Magnificat.
Para Guillermo José la presencia de María en la oración es fundamental. Es garantía de que vamos por buen camino.  En tiempos difíciles y áridos para la oración Ella está dispuesta a llevarnos de la mano.  En tiempos de alegría y consolación, Ella permanece en silencio y camina a nuestro lado.
Unirnos a María al comenzar la oración tiene que llegar a ser para nosotros, sus hijos y sus misioneros, una expresión genuina y espontánea de nuestro corazón, una disposición habitual que no necesita ser recordada como “un paso más”.  Pero para que esta práctica eche raíz en nuestro interior, hay que entrenarse,… paso a paso.
Unámonos a María al iniciar la oración, con estas palabras sencillas y tiernas que nos legó nuestro Padre y Fundador:


“María, durante mi oración
muéstrate Madre, Madre cercana.
Sé mi abogada y mi mediadora.
Sé mi fortaleza y mi refugio.
Sé mi alegría y mi esperanza.
Sé mi salvación y mi felicidad.
MI corazón y toda mi vida
las pongo en tus manos misericordiosas
Amén”
                                                                        AT sm

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