Al final de una
larga carta en la que el Padre Chaminade responde a un religioso marianista que
estaba en una profunda crisis vocacional y existencial, encontramos esta
afirmación clara y contundente. Sin
haber escatimado esfuerzo en desarrollar los argumentos racionales y
espirituales necesarios para movilizar al remitente y ayudarlo a discernir su
situación, no puede Guillermo José finalizar su orientación sin apelar al
argumento esencial en la vida de cualquier persona creyente. Es el argumento de
la fe. Es una llamada a despertar del
sopor de la crisis y preguntarse con honestidad: ¿Qué lugar tiene realmente
Dios en mi vida?
Y sin decirlo ni
aplicarlo directamente a la vida del religioso a quien estaba ayudando a fluir
de una situación aparentemente sin salida, pero dejando la puerta abierta para
que él mismo lo haga, afirma con la autoridad de su propio testimonio personal:
“Cuando se tiene a Dios, se tiene todo”.
Esta persona en
cuestión experimentaba inquietud porque quizás en otra situación vital podría
acceder a otro status (con la “intención” de ofrecer mayor bien a la Iglesia),
cierta amargura porque no encontraba satisfacción en su vida, remordimiento al
pensar que la causa de su estado podría haber sido su propia infidelidad, y la
desesperación al no poder ver un horizonte muy lejano.
El Fundador lo ayuda
a darse cuenta que esos estados anímicos no desaparecerán mientras siga
pensando que sus necesidades pasan por tener mayor reconocimiento social o
eclesial. Puede seguir intentando
tenerlo todo, pero mientras no tenga a Dios como su mayor tesoro difícilmente
podrá ser feliz. O dicho de otro modo,
“tenerlo todo” de verdad.
¿Pero es que
entonces hay que “dejarlo todo” para ser
feliz? La radicalidad de la vida cristiana para la Familia Marianista no pasa
por renunciar a todos los “bienes” de este mundo. Los necesitamos para cumplir
nuestra misión en el corazón del mismo mundo.
Pero cuando ellos se convierten en el “todo” que deseamos, buscamos,
necesitamos… aunque sean buenos y honestos, aunque sean opciones “evangélicas”…
la inquietud, la amargura, el remordimiento y la desesperación comienzan a
echar raíces en nuestro interior.
La afirmación de
nuestro Padre y Fundador es también hoy una llamada para nosotros. Si estamos en una situación similar a la del
religioso que recibió esta carta, puede ser una llamada a despertar y a
reenfocar nuestra vida. Si estamos en un tiempo de crecimiento y plenitud nos
ayudará a reconocer agradecidos el fundamento de esta situación de bonanza. Y si estamos en una etapa de la vida en la
que sentimos que seguimos adelante sin grandes preocupaciones pero a la vez sin
fuertes motivaciones a crecer y transformar nuestras vidas, también nos viene
bien preguntarnos : ¿Qué lugar tiene realmente Dios en mi vida?.
Te invito a buscar
un rato de silencio para mirar tu vida hoy,… y preguntarte con serenidad: ¿Qué
lugar tiene realmente Dios en mi vida?
Y al finalizar tu
reflexión personal, orar sencillamente repitiendo en tu interior:
Señor
Jesús
busco
en tantas cosas “tenerlo todo”,
ayúdame
a tenerte a Ti, y así realmente tenerlo todo.
Amén
AT sm
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