domingo, 28 de agosto de 2011

“Como miembros de una única familia, deben amarse como hermanos y hermanas, no teniendo más que un corazón y una alma. La unión hace la fuerza”


La Chamifrase de la Semana 13
28 de agosto de 2011

“Como miembros de una única familia, deben amarse como hermanos y hermanas, no teniendo más que un corazón y una alma. La unión hace la fuerza”

(Carta 1187 – 11 de enero 1840. Circular a las dos Órdenes)

La preocupación de Guillermo José Chaminade por la unidad de la Familia marianista, está presente desde los orígenes de nuestra historia.  Así como estuvieron presentes los conflictos y malentendidos que no sólo amenazaron sino también en algunas ocasiones rompieron esa unidad, que en la intención del Fundador no sólo era una premisa meramente espiritual sino concreta y encarnada en la realidad.
Los diversos contextos históricos donde la Familia marianista se fue desarrollando, ayudaron a que se fortalecieran los Institutos religiosos, totalmente independientes, y con desarrollos de la familia marianista muy ligados a las experiencias locales.
En las últimas décadas hemos visto crecer la interrelación entre todas las “ramas” de la Familia Marianista, especialmente con la organización institucional de los laicos.  La necesaria estructura que posibilite el desarrollo de cada rama de la Familia y a la vez la necesidad de consensuar  y construir una estructura común en pos de una misión común, no pueden agotar la vida y la iniciativa del Espíritu que hace surgir diversas manifestaciones del carisma marianista.
A veces, quizás sea nuestro “pecado original”, volvemos a experimentar estas tensiones y divisiones, que producen esterilidad y desánimo, y nos alejan de nuestro carisma fundacional.  En estos momentos es cuando necesitamos sanar “el pecado original” con la “gracia original” que el Espíritu Santo nos regaló a través de nuestro Padre y Fundador: somos una única Familia, hijos e hijas de María, hermanos y hermanas, de diferentes vocaciones (laicos/as, religiosos/as, sacerdotes), de diversos acercamientos a lo marianista, de distintas edades y lugares, con expresiones variadas de los elementos esenciales de nuestro carisma (en el modo de vivir la fe, la experiencia comunitaria, la misión apostólica).
Y Guillermo José repetía: “Unión sin confusión”, unidos sin confundirnos ni obligar a nadie a ser “como nosotros”. Unidos sin confusión, pero siempre UNIDOS, sabiendo y experimentando que somos parte de una misma Familia, y que esa es la única identidad que debemos cuidar y defender: somos la Familia de María.


Ven Espíritu Santo
e infunde en nosotros el don del carisma marianista,
que regalaste a nuestro Padre y Fundador,
el Beato Guillermo José Chaminade.

Ven Espíritu Santo
llena nuestros corazones de amor,
para que vivamos con alegría y esperanza nuestra pertenencia
a una Familia de tantos hermanos y de tantas hermanas.

Ven Espíritu Santo
ayúdanos a reconocer en la diversidad una gran riqueza,
y despierta en nosotros el deseo de trabajar siempre por la unidad,
y para que todos tengamos lugar en nuestra Familia.

Ven Espíritu Santo
forma en nosotros los sentimientos y las virtudes de Jesús,
y anímanos a comprometernos como hijos e hijas de María,
ayudándola en su misión.

Ven Espíritu Santo
porque cuando eres nuestra fuerza y nuestra inspiración,
nuestros proyectos no quedan en meras ilusiones,
sino empiezan a ser una realidad concreta y cotidiana.

Ven Espíritu Santo, Ven.

A.T. sm

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