domingo, 14 de agosto de 2011

“La Compañía de María no excluye ningún género de obras, adopta todos los medios que la divina Providencia le ordena para alcanzar los fines que se propone”


La chamifrase de la semana 11


“La Compañía de María no excluye ningún género de obras, adopta todos los medios que la divina Providencia le ordena para alcanzar los fines que se propone”

(Constituciones de 1839, artículo 6)


 El Padre Guillermo José Chaminade sostuvo durante toda su vida el principio de la “universalidad” de la misión marianista.  En principio, para estar abiertos siempre a los “designios de la Providencia” y poder cumplir plenamente con la invitación de María: “Hagan todo lo que Él les diga”.  Pero cuando esos “designios de la Providencia” fueron concretándose históricamente en el medio privilegiado de la educación, Guillermo José siguió sosteniendo el principio.  Le trajo no pocos problemas y discusiones con sus más íntimos colaboradores. De hecho muchos se opusieron previamente y él lo siguió sosteniendo en estas Constituciones de 1839. 
Lo que pasaba con sus seguidores quizás era que no comprendían el espíritu de esta insistencia del Fundador.  La “universalidad” en la misión tiene una primera razón y es que “formar en la fe” que es nuestro objetivo apostólico, tiene como destinatarios a “todos”: los que están alejados en el campo y los que están en las ciudades, los que están en el centro de la ciudad y los que habitan la periferia, los que necesitan aprender a leer y a escribir y los que necesitan profundizar su educación superior.  La propuesta chaminadiana de las escuelas integradas con “clases de pago” y “clases populares y gratuitas”, o la iniciativa de formar a los maestros para que lleguen a “todos” son aplicaciones prácticas de este principio.
Y en segundo lugar, porque en la Familia marianista, es María la que llama a sus hijos/as a sumarse a su misión,  y por eso la “universalidad” para que cada uno pueda aportar su don (recordemos las clásicas distinciones de hermanos obreros, hermanos educadores -de primera y de segunda enseñanza-, hermanos sacerdotes).
Mucha historia, pero a nosotros ¿qué nos dice? Llamados a ser como Guillermo José “misioneros en un mundo nuevo” no olvidemos el principio de la “universalidad” de la misión” contamos con “todos/as” para llegar a “todos/as”.  Un principio misionero que hace eco del mismo camino de Jesús, que “viniendo para las ovejas perdidas de Israel” (Mt. 15,24)  termina enviando a sus discípulos “a todos los pueblos” (Mt. 28,19).

Señor regalanos como a Guillermo José
un corazón grande y una mirada amplia,
para que seamos una Familia abierta y respetuosa de las diferencias,
que sabe sentirse unida en lo fundamental
y se alegra de la riqueza que le aporta la diversidad.

Señor regalanos como a Guillermo José
una gran libertad interior,
para estar atentos a las llamadas del Espíritu
y dispuestos a ir más allá de los límites y fronteras
en los que nos sentimos seguros.

Señor regalanos como a Guillermo José
una fe del corazón,
para que podamos amar lo que creemos y encarnarlo en nuestras vidas,
y así con nuestro testimonio anunciar que tu Evangelio es para todos todos/as,
y que en la construcción de tu Reino estamos también convocados  todos/as.
Amén
A.T. sm

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