domingo, 10 de julio de 2011

“Mi confianza en el Señor no se ha alterado nunca. Pero debemos hacer todo lo que depende de nosotros. Si así lo haces, pronto verás los resultados. Yo he visto como verdaderos milagros realizados con esta práctica”


La Chamifrase de la Semana  6
Domingo 10 de julio de 2011
“Mi confianza en el Señor no se ha alterado nunca. Pero debemos hacer todo lo que depende de nosotros. Si así lo haces, pronto verás los resultados. Yo he visto como verdaderos milagros realizados con esta práctica”

 (Carta 742 - 2 junio 1834. A Clouzet)

La fe y la confianza en Dios, cuando son auténticas, nos implican también a nosotros.  Renovar la confianza en Dios implica también renovar nuestra confianza en nuestra propia humanidad.  La fe no puede ser una carta documento en la que se espera que Dios responda en el plazo estipulado a nuestros deseos y requerimientos.  Cuántas personas nos encontramos hoy desconfiadas y desilusionadas de Dios, porque él no ha respondido a sus dolores y sufrimientos.  Cuánta bronca acumulada, cuántas heridas sin cicatrizar… dejan en el corazón de tantas personas una imagen de Dios distorsionada, y muchas veces alentada por una catequesis que puso su acento en la Omnipotencia divina y se olvidó que el mayor poder del Dios que nos reveló Jesús es el AMOR.

Guillermo José fue un hombre de fe y de confianza profunda en Dios, aunque no siempre las cosas le salieron como las había soñado, y una y otra vez sus proyectos se caían y lo obligaban a nuevos desafíos. Él comprendió que cuanto más confianza en Dios, más compromiso de nuestra parte en involucrarnos y poner lo que nos toca a nosotros. En este interjuego profundo entre confianza en Dios y compromiso personal, Guillermo José encarnó con sencillez y decisión en su vida la máxima atribuida a San Ignacio: hacerlo todo como si todo dependiese de nosotros, sabiendo que todo en definitiva depende de Dios.


Señor Jesús
creo en tu presencia que nos anima y sostiene,
confío en que siempre estás con nosotros.
Señor Jesús
creo que nunca nos dejás solos y abandonados,
confío en tu promesa: “estoy con ustedes hasta el fin del mundo”.
Señor Jesús
quiero responder con generosidad a tu llamado,
aportando mis dones y mi esfuerzo cotidiano,
Señor Jesús
con tu Presencia y con mi compromiso,
seguimos construyendo juntos y haciendo realidad el sueño del Reino.
Amén

                                                                                              A.T. sm

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