domingo, 24 de junio de 2012

“Comprendo el sentimiento que experimentas por tu incapacidad y tus defectos, naturales o adquiridos, pero desapruebo el desaliento que ese sentimiento parece producirte.”


 La chamifrase de la semana 48

Domingo 24 de junio de 2012

 “Comprendo el sentimiento que experimentas por tu incapacidad y tus defectos, naturales o adquiridos, pero desapruebo el desaliento que ese sentimiento parece producirte.”

                                                                                 (Carta 725 - 7 febrero 1834. Al P. Chevaux)


A pesar de las buenas intenciones y del esfuerzo personal por crecer y superar nuestras incapacidades y defectos, la mediocridad y las repetidas caídas en los mismos errores suelen ser una experiencia recurrente en nuestras vidas.  ¿Quién puede afirmar con honestidad que es una “persona superada”?.  Nos chocamos una y otra vez con la fragilidad de nuestra naturaleza humana.
Y a esta experiencia le suele corresponder diversos sentimientos.  A la constatación de alguna incapacidad manifiesta en una determinada dimensión de nuestra vida le suele seguir la impotencia y la frustración.  La tristeza, la ira y el enojo, la bronca,… suelen surgir cuando nos damos cuenta que aunque nos propusimos cambiar tantas veces siempre caemos en los mismos defectos y errores.  La vergüenza y la culpa afloran cuando son llamadas por la experiencia de haber “caído otra vez tan bajo”.
El Padre Chaminade no se sorprende de esta realidad humana ni de los sentimientos que producen.  Y es capaz de comprenderlos desde su propia experiencia personal y desde la experiencia de aquellos que acompaña. Insiste en la necesidad del autoconocimiento porque  solo desde la conciencia de la propia realidad personal es posible darse cuenta de la necesidad de la acción de la gracia de Dios en nuestra vida.
Por eso es que “desaprueba” el desaliento que le produce al Padre Chevaux el sentimiento experimentado a partir de su incapacidad y sus defectos. El desaliento genera por un lado la decisión de renunciar a seguir creciendo: “Si soy así, qué voy a hacer”; y por otro lado la pérdida de la confianza en la posible acción transformadora de la Presencia de Dios en nuestras vidas.
El desaliento lleva a la parálisis, a la desesperanza, al pesimismo.  El humilde reconocimiento de nuestros defectos y la apertura a la acción de la gracia renueven la confianza, la esperanza, el optimismo.  Y nos preparan para saber encontrar el camino adecuado en las próximas caídas.
Con esta orientación Guillermo José nos presenta con sencillez y naturalidad una visión integral de nuestra condición humana, nos alienta a seguir creciendo, a ser conscientes tanto de nuestra humanidad como de la acción de Dios en nuestra vida.  No le asusta ni le extraña la experiencia de la fragilidad ni tampoco rechaza ni desprecia nuestra humanidad, ya que ella es sin duda la condición de posibilidad de la acción de Dios en nuestras vidas.  En sintonía con el clásico y sano principio teológico que afirma: “la gracia supone la naturaleza”, nuestro Fundador nos anima a seguir caminando nuestra vida, aceptando las caídas y renovando nuestro deseo de seguir creciendo paso a paso.


Señor Jesús,
una y otra vez experimentamos la impotencia
que nos producen nuestras incapacidades,
y la frustración que nos despierta
el volver a cometer los mismos errores.

Señor Jesús,
a veces nos desalentamos y deprimimos
cuando sentimos que ya no podemos,
que hemos hecho esfuerzos y buenos propósitos
y no podemos evitar nuestras repetidas caídas.

Señor Jesús,
deseo ponerme bajo tu mirada comprensiva y misericordiosa
para no enredarme en los vericuetos sin salida de mis culpas,
y renovar tanto mi compromiso de seguir caminando y creciendo
como la confianza en la acción sanadora y transformadora de tu gracia.

Amén.


AT. sm

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