domingo, 18 de septiembre de 2011

“Sé fiel al Señor. No por miedo, como un esclavo, sino por amor, como un buen hijo”


La chamifrase de la semana 16

18 de setiembre de 2011


“Sé fiel al Señor. No por miedo, como un esclavo, sino por amor, como un buen hijo”

(Carta 1042 - 31 marzo 1838. A Claude Mouchet).    

El Padre Chaminade fue un hombre de fe profunda que supo poner en el centro de su vida y su misión la relación personal con el Señor, y por eso llegó a ser un auténtico “hombre de Dios”.  Pero no de cualquier “Dios”, sino de aquel cuyo rostro nos fue revelado por Jesús en sus palabras y en sus acciones.  Desde una espiritualidad sencilla que ofrece como puerta de entrada el vivir cotidianamente “en la presencia de Dios”. Con el sostén de la meditación de fe por la que llegamos a amar aquello que creemos, con una fe del corazón que encarna en nuestra propia vida esas “palabras y acciones” de Jesús.  Así, desde su propia experiencia de relación con Dios, Guillermo José nos invita a vivir nuestra propia relación con Él.
Una relación que no puede ser auténtica si no está basada en el amor de este Dios Padre-Madre que nos ama gratuita e incondicionalmente, que nos amó primero, que es fiel a este amor desde siempre con toda la humanidad y con cada ser humano en particular.  Nuestra fidelidad a Dios es una respuesta a ese amor inmenso que Él nos regala.
Cuánto daño ha quedado en el corazón de tantas personas causado por esas “catequesis” que mostraban (y a veces siguen proclamando oficialmente) que Dios castiga a los que no son fieles, que sólo los “buenos, santos e inmaculados” podrán salvarse, que “los pecadores” no tienen lugar en la mesa fraterna de la comunión.
Nos olvidamos que la fidelidad a Dios no pasa por el respeto a normas y prescripciones, sino que somos fieles a Dios cuando vivimos el único mandamiento importante: el del amor. Somos fieles a Dios cuando decidimos “amar a Dios sobre todas las cosas, y amar al prójimo como a uno mismo”.  Somos fieles a Dios cuando somos fieles a los demás y a nosotros mismos, una fidelidad que se concreta en “palabras y acciones” cotidianas de amor como las que nos muestra Jesús en los Evangelios.
Que nuestro Padre y Fundador nos ayude a dejarnos amar por Dios y a responderle con fidelidad: amando con todo nuestro corazón.

Gracias Señor por tu amor gratuito e incondicional,
gracias por tu fidelidad a tu promesa:
“estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo”.

Gracias Señor porque no te cansás de esperarnos,
gracias Señor porque estás siempre a nuestro lado,
ofreciéndonos tu presencia y tu amistad.

Gracias Señor porque nunca nos abandonás,
gracias Señor porque no fijás tu mirada en las sombras de nuestra debilidad,
sino que nos invitás y animás a descubrir y compartir nuestra Luz interior.

Gracias Señor porque no nos llamás siervos sino amigos,
gracias Señor porque no nos considerás esclavos sino verdaderos hijos,
y nos llamás a vivir como hermanos.

Gracias Señor porque una y otra vez abrís tus brazos para recibirnos,
gracias Señor porque tu amor sana nuestras heridas interiores,
y nos dispone a vivir cada día amando de corazón.

                                                                                             A.T. sm

No hay comentarios:

Publicar un comentario