La chamifrase 103 – 21 de diciembre – NOVENA DE NAVIDAD 6
“Pero, no sólo somos fuertes cuando nuestro Señor Jesucristo está con nosotros; somos felices, tenemos la paz.” (Carta 1289 - 2 enero 1844. Circular a la Tercera Orden de las Hijas de María).
La presencia de Jesús en nuestras vidas nos hace fuertes para poder seguir sus huellas con fidelidad. Su presencia como Maestro, Amigo, Padre, Esposo y Salvador transforma nuestra vida y nos anima a caminar tras sus huellas. El Padre Chaminade nos invita a dejarnos acompañar por Jesús, que lo es todo para nosotros, y que nos hace fuertes con su Presencia.
Esta fortaleza que experimentamos cuando Jesús está con nosotros es la puerta para poder vivenciar y manifestar que con Él “somos felices, tenemos la paz”.
Cuando Jesús está con nosotros estamos felices. Guillermo José quiere destacar que la respuesta a este deseo universal de felicidad del ser humano, tiene un nombre y una presencia: Jesús. ¡Cuánto esfuerzo, cuánto intento, cuánta desilusión,… en la búsqueda de la felicidad! ¨¡Cuánta insatisfacción porque nada ni nadie termina de colmar nuestras ansias de plenitud! ¡Cuántas crisis y cuántas vidas quebradas en el intento de encontrar la felicidad! Si nos animamos a reconocer la presencia cotidiana de Jesús con nosotros, podríamos ser felices. Sí, felices, porque caminando con Él la vida, nuestra mirada se iluminará, nuestros pasos encontrarán un camino que aunque no sea fácil estará siempre sostenido por un horizonte de sentido. Sí, felices, porque reconociendo a Jesús con nosotros, nuestra esperanza se renovará, nuestras amarguras y angustias se disolverán, nuestras ansiedades se pacificarán, y nuestra vida será motivo de agradecimiento. Sí, felices, porque si nos dejamos llevar de la mano por el Señor, nuestros vínculos con los demás no exigirán nada a cambio, pero sí serán el suelo donde ejercitar aquello que lleva a la plenitud la vida humana: el amor en todas sus manifestaciones.
Cuando Jesús está con nosotros tenemos la paz. Guillermo José quiere también ayudarnos a reconocer la presencia de Jesús que pacifica nuestra vida. ¡Cuántos conflictos interiores y experiencias traumáticas que vamos acumulando y no nos dejan dormir en paz! ¡Cuántos rencores, heridas no sanadas, broncas eternizadas que no nos dejan deponer las armas que nos destruyen interiormente y alzar las herramientas que construyen la paz! ¡Cuántas relaciones que esperan que nos animemos a perdonar o a ser perdonados! Necesitamos la Paz, y si dejamos que Jesús esté con nosotros de verdad, estaremos en Paz. No porque el borre con un milagroso “nunca más” estas manifestaciones de nuestra debilidad humana, sino porque si dejamos que su Paz nos habite nuestras heridas se dispondrán a ser sanadas, tendremos el coraje de caminar el camino del perdón y nos animaremos a ser instrumentos de su misma Paz en nuestra propia vida y para los demás.
Escuchemos a nuestro Padre y Fundador, sintámonos invitados a dejar que Jesús sea el centro de nuestras vidas, y así, podremos también afirmar con alegría y esperanza: “Pero, no sólo somos fuertes cuando nuestro Señor Jesucristo está con nosotros; somos felices, tenemos la paz.”
Con sencillez hagamos oración esta experiencia profunda que nos regala la presencia de Jesús. Repite pausadamente en tu interior acompañando con la respiración esta frase:
“Jesús tú estás conmigo. Soy Feliz. Estoy en Paz”
Cierra los ojos, repítelo en tu interior una y otra vez, hasta que ya no hagas el esfuerzo de repetir sino que tu mente y tu corazón hayan incorporado a su ritmo esta afirmación. Cuando la recuerdes luego durante el día, o al acostarte,… vuelve a repetirla y experimentarás la Presencia del Señor, y en Él la felicidad y la paz podrán ser una realidad en tu vida interior.
ATsm
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