Las
chamifrases de la semana en el Año de la FE
La
chamifrase de la semana 74 – Domingo 30 de junio de 2013
“Todo razonamiento debe
cesar cuando llama el gran Maestro”
(Carta
141- 15 junio 1820. A Srta. Charlotte de Lachapelle).
El seguimiento de Jesús implica una decisión
profunda y de corazón para dejarlo todo y ponernos en camino con Él. Los primeros cristianos vivían este principio
de la fe cristiana con radicalidad. El Padre Chaminade vuelve a traer esta
enseñanza evangélica, porque cree que el cristianismo se puede vivir también en
cada época de la historia con la misma exigencia y la misma pasión que en sus
orígenes.
Esta frase dirigida a la Srta. Charlotte es una
fuerte apelación a quien creyendo que el Señor le llamaba a seguirle más de
cerca en la vida religiosa marianista, seguía encontrando razones humanamente
comprensibles para retrasar su decisión.
Situaciones familiares, compromisos sociales, el sentimiento personal de
no estar preparada para dar el paso… se iban sucediendo y no le dejaban seguir
el llamado de Jesús. Por eso la
apelación del Fundador es clara y contundente: el centro de nuestra vida es
Jesús y a Él debemos seguir.
Estas palabras de Guillermo José nos recuerdan
el episodio evangélico en el que al “Sígueme” de Jesús le suceden
diversas excusas: “Déjame ir primero a enterrar a mi padre” o “Déjame
despedirme primero de los de mi casa”.
A esos razonamientos comprensibles y religiosamente correctos, como en
el caso de enterrar a los muertos, Jesús responde: “Deja que los muertos
entierren a sus muertos, tú vete a anunciar el Reino de Dios” y “Nadie
que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios”.
(Cfr. Lc. 6, 57-62; Mt. 8,18-22). No se
trata de una exigencia severa y desconsiderada con los afectos más cercanos,
sino una consecuencia de nuestra fe en Jesús.
Él es el centro de nuestra vida, y estamos invitados a vivirlo “todo”
desde su Persona y desde la perspectiva del Reino.
Cuántas veces Jesús sigue pasando a nuestro
lado, y nosotros seguimos presentándole tantas excusas, comprensiblemente
humanas y hasta religiosamente correctas, pero que no nos permiten vivir una fe
auténtica que estructure nuestra vida en la persona misma de Jesús. Cuántas preocupaciones y ocupaciones familiares,
laborales, profesionales, sociales…, no nos permiten seguir al Señor con todo
el corazón en nuestra vida cotidiana.
Podemos permitirle hoy al Padre Chaminade que
nos invite a no dejarnos llevar por excusas razonables cuando nos llama el
Maestro. Permitamos que el pase a
nuestro lado y vuelva a decirnos: “Sígueme”. Tomemos contacto con esos razonamientos que
surgen en nuestro interior y atrasan nuestro compromiso, y animémonos a
dejarlos de lado. Después pidámosle al
Señor que nos ayude con su Espíritu y que nos de la fuerza de su amor para
responder afirmativamente a su llamada.
Sí porque solo impulsados por el amor al Señor, que es don de su
Espíritu, podemos considerarlo todo como relativo y seguirlo con decisión y
alegría de corazón.
Jesús, hoy vuelves a pasar a mi lado,
me miras a los ojos,
me tiendes tu mano,
y vuelves a decirme:
“Sígueme”.
Mi corazón se conmueve
y se llena de alegría,
pero rápidamente aparecen cuestiones
razonables
que me impulsan a responderte:
Te seguiré Señor, pero tienes que
esperarme.
Estoy en un momento difícil,
estoy preocupado por tantos problemas,
estoy ocupado en tantos compromisos,
el tiempo no me alcanza y además
siento que no estoy preparado para ser tu
discípulo.
¿Hasta cuándo Señor encontraré excusas
razonables?
¿Hasta cuándo Señor me conformaré con
vivir
una “fe cristiana” que no hunde sus
raíces en mi corazón?
¿Hasta cuándo Señor me contentaré con vivir
una religión de buenas costumbres
sin animarme a caminar a tu lado el
camino de la Vida?
Señor necesito la fuerza de tu amor,
y la acción motivadora del Espíritu,
para que pueda liberarme de tantos
“buenos compromisos”
que no me permiten seguirte libremente
y escribir una historia diferente:
Jesús, hoy vuelves a pasar a mi lado,
me miras a los ojos,
me tiendes tu mano,
y vuelves a decirme:
“Sígueme”.
Aquí estoy Señor,
Cuenta conmigo.
Amén
AT sm
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