viernes, 20 de diciembre de 2013

“¡Qué fuerte somos cuando Nuestro Señor Jesucristo está con nosotros!... “Salvador”, cura y cicatriza las heridas de nuestras almas y nos libra del yugo de Satán.”

La chamifrase 102 – 20 de diciembre – NOVENA DE NAVIDAD  5

“¡Qué fuerte somos cuando Nuestro Señor Jesucristo está con nosotros!... “Salvador”, cura y cicatriza las heridas de nuestras almas y nos libra del yugo de Satán.”
(Carta 1289 - 2 enero 1844. Circular a la Tercera Orden de las Hijas de María).
Las primeras cristianos reconocieron en Jesús al Salvador. En las diferentes épocas de la historia los cristianos hemos puesto diferentes acentos en lo que significa la “salvación” y consecuentemente así hemos visto al Salvador.  En algún momento la salvación pasó a ser exclusivamente aquello que pasaría al final de los tiempos, y en definitiva lo opuesto a la condenación.  Si bien el misterio de la salvación tendrá su manifestación plena en el fin de los tiempos, no podemos dejar de ahondar en las raíces bíblicas y de la fe de las primeras comunidades cristianas.  Jesucristo, al encarnarse, Él mismo ha traído la salvación, que ya estaba además en semilla desde la Creación del universo y desde la elección del Pueblo elegido de Dios.  Por eso la salvación ya no es una cuestión extra-mundo y por eso hablamos de una historia de la salvación.
El Padre Chaminade nos regala esta visión encarnada e histórica de la salvación, y lo lleva al plano personal como experiencia fundante en la vida de fe de cada persona.  Jesús es nuestro “Salvador”, y quiere concretar su salvación en nosotros y por eso “cura y cicatriza las heridas de nuestras almas”.  ¡Cuánto dolor guarda nuestro corazón por esas heridas interiores, algunas de hace tantos años, otras que ya no recordamos ni siquiera su origen, pero que no nos dejan vivir en libertad y plenitud nuestra vida! ¡Cuántas zonas oscuras y cerradas de nuestro espacio interior donde ni a Dios dejamos entrar!  El Señor nos ofrece su salvación desde ahora.  No hay que esperar al Juicio final. El Señor desea sanar y cicatrizar con su amor y su ternura nuestras heridas interiores, y nosotros a veces vivimos como “condenados” y pensando que ya no hay remedio posible. 
Es cierto también que a veces pululan algunas propuestas milagrosas de sanación con manifestaciones fuera de lo común, que nada tienen que ver con la praxis evangélica de Jesús.  Hay que ser realistas para reconocer y aceptar la propia historia dolorosa.  Hay que recurrir a la ayuda psicológica cuando es necesario.  Y hay que darle también su justa presencia en nuestra vida de fe a la sanación interior, que nos ofrece Jesús, acercándose a nuestro corazón y ofreciéndonos “curar y cicatrizar” nuestras heridas profundas. Así además el Salvador “nos libra del yugo de Satán”, porque unifica nuestra vida y nos hace salir de una vida escindida y quebrada, porque nos habilita para vivir con dignidad nuestra vida, porque nos despega del lamento repetido de que “yo no puedo”.
El Padre Chaminade, que en esta ocasión enfoca la salvación hacia la vida personal, una especie de concreción histórica del “salva tu alma”, repetirá también muchas veces a sus discípulos que nadie “salva su alma” si no trabaja al mismo tiempo por la “salvación de su prójimo”.  Por eso la experiencia personal de la “salvación” es necesaria y nos habilita para ponernos en camino tras las huellas del Salvador, llevando a los demás esta misma salvación: curando heridas y librando del yugo de Satán. 
Así lo entiende también el Papa Francisco que no se cansa de invitar a la Iglesia a salir a ofrecer esta salvación a nuestros contemporáneos: «Yo veo claramente qué es lo que más necesita la Iglesia hoy: la capacidad de curar las heridas y de calentar los corazones de los fieles, la cercanía y la proximidad. Yo veo a la Iglesia como un hospital de campo después de una batalla. ¡Es inútil preguntarle a un herido grave si tiene alto el colesterol o el azúcar! Hay que curar sus heridas. Después podremos hablar de lo demás. Curar las heridas, curar las heridas... Y hay que comenzar desde abajo».
Invitados por nuestro Padre y Fundador, reconozcamos en Jesús al “Salvador”, que “cura y cicatriza las heridas de nuestras almas y nos libra del yugo de Satán”, animémonos a vivir esta experiencia de salvación personal y desde ella vayamos a nuestros hermanos y anunciemos con gestos de misericordia y sanación la Buena Noticia de la salvación.

Jesús, mi Señor, mi Salvador,
aquí estoy,
necesito de tu Presencia cercana y amiga,
que cura y cicatriza las heridas de mi alma.

Jesús, mi Señor, mi Salvador,
cuánto esfuerzo he puesto en guardar dentro de mí
tanto dolor que ha ido oscureciendo mi interior,
y me ha hecho creer que el cambio ya no es posible.

Jesús, mi Señor, mi Salvador,
necesito abrirte las puertas de mi corazón
y dejarme sanar y levantar
con la fuerza de tu ternura y de tu amor,

Jesús, mi Señor, mi Salvador,
solo Tú puedes librarme plenamente del “yugo de Satán”:
miedos y compulsiones, rencores y pérdidas no elaboradas,
que me atan y no me dejan ser libre ni auténtico.

Jesús, mi Señor, mi Salvador,
gracias por estar siempre dispuesto a sanar mi corazón,
y así habilitarme para anunciar a los demás tu Buena Noticia,
acercándome y curando las heridas de mis hermanos.

Amén

ATsm


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jueves, 19 de diciembre de 2013

“¡Qué fuerte somos cuando Nuestro Señor Jesucristo está con nosotros!... “Esposo”, nos llena de sus divinas caricias y nos defiende de las seducciones del mundo.”

La chamifrase 101 – 19 de diciembre – NOVENA DE NAVIDAD  4

“¡Qué fuerte somos cuando Nuestro Señor Jesucristo está con nosotros!... “Esposo”, nos llena de sus divinas caricias y nos defiende de las seducciones del mundo.”

El Padre Chaminade reconoce en Jesús al Amado, siguiendo la tradición espiritual y mística cristiana que ha reconocido en el Señor al Esposo con quien “el alma se desposa en lo profundo de nuestro ser”.  Recordemos además el antecedente bíblico del libro del Cantar de los Cantares, que los Padres de la Iglesia han siempre referenciado a la relación íntima de Jesucristo con su Iglesia.
El Padre Chaminade, muchas veces dirigiéndose a sus hijas espirituales, como es el caso de este texto perteneciente a una carta a la Tercera Orden de las Hijas de María, les invita a vivir plenamente su relación con el Señor, el Esposo que les ama con fidelidad. Pero también lo aplica para todos teniendo en cuenta, como decíamos antes, el tema de la relación íntima del “alma interior de cada persona con Jesús”. 
Hoy día, nos llama la atención este lenguaje y nos puede costar entenderlo, pero lo importante es reconocer en el Señor esas características que se desprenden del título de “Esposo” que la mística cristiana le ha conferido desde una larga tradición espiritual.
En primer lugar el amor del Amado que se nos regala incondicionalmente.  El amor de Jesús no es un amor por conveniencia y o buscando una respuesta a cambio, como nos suele pasar a nosotros. El amor de Jesús solo necesita que abramos nuestro corazón a su Presencia para transformar nuestras vidas.  El amor de Jesús expresa su pureza y su plenitud en su fidelidad.  Él nos ha amado, nos ama y nos amará siempre.  No nos ama más si “nos portamos bien” ni nos quita su amor “si nos portamos mal”.  Su amor es pleno, total, paciente, y sin condiciones.
Jesús “Esposo”, nos “llena de sus divinas caricias”.  Las caricias son una expresión del amor.  Las caricias reconocen y fortalecen la identidad de la persona que la recibe.  Las caricias sanan las experiencias de dolor y las heridas que la violencia y la agresión pueden haber dejado en nuestras vidas.  Las caricias nos invitan a abandonarnos en las manos de quien nos ama plenamente, como un niño pequeño en brazos de su madre. Jesús también quiere regalarnos sus caricias que expresan su amor, que sanan y nos devuelven nuestra capacidad de amar. Jesús nos ofrece sus caricias de diversas maneras en nuestra vida….pero nosotros... ¿nos dejamos acariciar por él? ¿nos animamos a presentarnos “desnudos” ante Él para recibir sus caricias de amor y sanación?
Jesús Esposo, también “nos defiende de las seducciones del mundo”. Y eso también hoy nosotros lo necesitamos.  No se trata de una cuestión retrógrada de ver en el “mundo” todo lo malo y pecaminoso de donde hay que escapar para no ser tentado”. Se trata de ser conscientes que vivimos en un mundo donde hay muchas “seducciones” como el individualismo, el consumismo, el exitismo, el pisotear a otros para subir un puesto más alto, la competitividad feroz,… que en nombre del derecho a la propia felicidad, el desarrollo personal, la libertad y las opciones personales … nos desvían del camino del amor al que el Evangelio de Jesús nos invita.  Vemos que esto es una realidad, pero… ¿nos dejamos “defender” por Jesús de las “seducciones del mundo” y nos animamos a vivir con honestidad aquello que profesamos? ¿O dejamos la fe por un lado y por otro nuestra “vida personal”?
Nuestro Padre y Fundador hoy nos invita a reconocer en Jesús al “Esposo” y abrirnos a la experiencia profunda y transformadora de su amor.  Así él también que es siempre fiel, “nos llena de sus divinas caricias y nos defiende de las seducciones del mundo.”.

Oremos cantando con esta hermosa y profunda canción de C. Segura:

Amame Señor, quiero recibir
ese gran amor que es para mí,
ven tu sobre mí y hazme al fin sentir
esa vida dulce, vida en ti Señor.
Ven y ámame, ven y ámame.
Quiero recibir todo tu amor.
Ven y ámame, ven y ámame.
Te abro al fin las puertas de mi corazón.


ATsm


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miércoles, 18 de diciembre de 2013

AVISO NAVIDEÑO

Estamos acercándonos a la celebración de la Navidad.  Son días sobrecargados de actividades por el fin del año académico, la preparación de las vacaciones, los pendientes todavía no terminados, las compras para las fiestas … ¿Te animás a preparar tu corazón dedicando unos minutos cada día para profundizar tu fe en Jesús, nuestro Salvador y así celebrar una Navidad con un poquito más de sentido?. Te ofrecemos ayudarte con una chamifrase cada día en esta novena de Navidad, del 16 al 24 de diciembre. 


Si ya la recibís habitualmente, te llegará como de costumbre.  Si no recibís habitualmente la chamifrase suscribite ya escribiendo a chamifrase@gmail.com
  

“¡Qué fuerte somos cuando Nuestro Señor Jesucristo está con nosotros!... “Padre”, se ocupa de nosotros y provee a todas nuestras necesidades con entrañable solicitud.” (Carta 1289 - 2 enero 1844. Circular a la Tercera Orden de las Hijas de María).

La chamifrase 100 – 18 de diciembre – NOVENA DE NAVIDAD  3

“¡Qué fuerte somos cuando Nuestro Señor Jesucristo está con nosotros!... “Padre”, se ocupa de nosotros y provee a todas nuestras necesidades con entrañable solicitud.” 
         (Carta 1289 - 2 enero 1844. Circular a la Tercera Orden de las Hijas de María).

En una primera lectura de esta frase del Padre Chaminade, podemos pensar que se equivocó de persona de la Santísima Trinidad, estaba hablando del Hijo y cambia a Dios Padre.  Pero no es así. Llamar a Jesús “Padre” ha sido una costumbre de muchos grupos y cofradías devocionales, resaltando su protección paternal en el camino de la vida cristiana. Esta costumbre tiene también sus fundamentos bíblicos y teológicos. El mismo Jesús, cuando el apóstol Felipe le pide que les muestre al Padre le responde: El que me ha visto, ha visto al Padre. 9¿Cómo dices: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees10 que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí?10 Las palabras que digo no son mías:10 el Padre que habita en mí es el que hace las obras. Créanme:11 yo estoy en el Padre y el Padre está en mí.” (Jn 14, 18). Es por eso que sin confundir la fe en la Trinidad, podemos reconocer en Jesús la imagen verdadera del Padre y ahondar más profundamente el misterio trinitario.
En otras ocasiones, cuando el Padre Chaminade enumera los títulos de Jesucristo, incluye el de Padre.  Y en esta frase, en este texto tan hondo del final de su vida, sin duda que lo dice desde su propia experiencia de Jesús, en la que ha podido reconocer la presencia del Padre Dios a través de su Imagen verdadera (recordemos que en sentido teológico la imagen no es una reproducción sino que porta la presencia misma de quien representa).
Es por eso que de la mano de Guillermo José estamos también nosotros llamados a descubrir en Jesucristo el rostro del Padre que “se ocupa de nosotros y provee a todas nuestras necesidades con entrañable solicitud”.  En la presencia cercana de Jesús descubrimos el amor, la misericordia, la fidelidad y la ternura paternal de Dios hacia cada uno de nosotros. Dejándonos mirar por Jesús, recibimos también en nuestro interior la experiencia profunda de un Padre que no se cansa de esperarnos y perdonarnos.  A través de los sacramentos, es Jesús mismo que de alguna manera genera y renueva en nosotros la gracia, es Padre del Hombre Nuevo que va creciendo en nuestro interior.  Haciendo memoria del paso de Jesús por nuestra vida, tomamos conciencia de que Él nunca nos ha dejado solos, se ha ocupado siempre de cada uno de nosotros, y nos ha regalado aquello que necesitamos para seguir viviendo con mayor plenitud.  En el paso de Jesús por nuestras vidas podemos reconocer la paternidad de Dios.
Con Nuestro Padre y Fundador, exclamemos con honda experiencia filial: “¡Qué fuerte somos cuando Nuestro Señor Jesucristo está con nosotros!... “Padre”, se ocupa de nosotros y provee a todas nuestras necesidades con entrañable solicitud.”.  Y vivamos cada día agradecidos y consecuentes con esta experiencia.

Jesús, Imagen del Padre,
tu mirada de amor y misericordia
nos invita a volver a experimentar
con alegría el abrazo de Dios.

Jesús, Rostro del Padre,
tus palabas de vida nos animan,
y tus gestos de ternura nos invitan
a confiar y abrir nuestro corazón necesitado de perdón.

Jesús, Presencia del Padre,
te ocupas cada día de cada uno de nosotros
y provees a todas nuestras necesidades
con entrañable solicitud paternal.

Jesús, en Ti vemos al Padre,
danos la gracia de experimentar cada día
tu invitación a vivir de acuerdo a lo que somos:
hijos e hijas de un Padre Dios.

Amén
ATsm


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martes, 17 de diciembre de 2013

¡Qué fuerte somos cuando Nuestro Señor está con nosotros!... “Amigo”, nos acompaña por todas partes, no nos abandona nunca y nos aconseja sin cesar. (Carta 1289 - 2 enero 1844. Circular a la Tercera Orden de las Hijas de María).

La chamifrase 99 – 17 de diciembre – NOVENA DE NAVIDAD  2

¡Qué fuerte somos cuando Nuestro Señor está con nosotros!... “Amigo”, nos acompaña por todas partes, no nos abandona nunca y nos aconseja sin cesar. (Carta 1289 - 2 enero 1844. Circular a la Tercera Orden de las Hijas de María).

El Padre Chaminade ya anciano y en la difícil etapa final de su vida, expresa de corazón quién es Jesús para él.  Emociona imaginarse escucharlo decir estas palabras con serenidad y como fruto de su honda experiencia de Jesús en su vida.  Jesús es el amigo que lo ha acompañado por todas partes a lo largo de su larga trayectoria.  Jesús es el amigo que no lo abandona nunca, aun cuando todos los demás lo abandonen.  Jesús es su principal consejero, que permanentemente y de muchas maneras le hace conocer el camino por donde seguir.
Considerar a Jesús como Amigo no es una mera propuesta de la catequesis vivencial para niños y adolescentes de las últimas décadas.  Los cristianos de los primeros siglos consideraban a Jesús como el Amigo que siempre camina a nuestro lado y nunca nos falla.  Basta recordar el famoso ícono de la amistad en la que se ve al abad Mena acompañado por Jesús que camina a su lado apoyándole la mano en el hombro.  Se lo regalaron al abad sus hermanos de comunidad en tiempos de profunda depresión para que pudiera ver como en un espejo que no estaba solo y que el Amigo Jesús no dejaba de estar a su lado.  Estamos hablando de los cristianos coptos de Egipto por el siglo VI.
La experiencia de Jesús es una vivencia afectiva mucho más profunda que una sensación emocional, porque hunde sus raíces en lo más profundo de nuestro ser.  Es una auténtica experiencia existencial que nos invita a fundar nuestra relación con Dios desde la amistad y no desde la sumisión o la esclavitud ante un ser Todopoderoso.
El Padre Chaminade, puede llamar a Jesús Amigo porque en su vida ha experimentado aquello que el Libro del Apocalipsis nos regala como propuesta de Jesús tan simple pero con tanta fuerza narrativa: “Yo estoy junto a la puerta y llamo: si alguien oye mi voz y me abre, entraré en su casa y cenaremos juntos” (Ap 3,20).
Jesús sigue estando a la puerta y llama, ¿nos animamos de la mano de nuestro Padre y Fundador a abrirle la puerta de “nuestra casa interior”?. Así, también nosotros podremos testimoniar con Guillermo José que Jesús es “Amigo, nos acompaña por todas partes, no nos abandona nunca y nos aconseja sin cesar.”

Para llevar a la oración la reflexión de esta chamifrase te propongo contemplar una versión moderna del ícono de la amistad.  Y que al contemplarla puedas verte también como en un espejo en el lugar del abad Mena (claramente es la persona de barba blanca).  Y así experimentar que Jesús es el amigo que pone su mano en tu hombro, que te acompaña por todas partes, que no te abandona nunca y que te aconseja sin cesar.  Y que ese diálogo de miradas profundo con el Amigo Jesús quede guardado en tu corazón.
ATsm




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lunes, 16 de diciembre de 2013

“¡Qué fuerte somos cuando Nuestro Señor está con nosotros! “Maestro”, somos sus servidores y él vela por nosotros y nos protege.” (Carta 1289 - 2 enero 1844. Circular a la Tercera Orden de las Hijas de María).

La chamifrase 98 - 16 de diciembre – NOVENA DE NAVIDAD  1


“Juan el Bautista oyó hablar en la cárcel de las obras de Cristo, y mandó a dos de sus discípulos para preguntarle: «¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?».  Nosotros reconocemos en la fe que Jesús es el Cristo y nos hemos decidido a seguirlo. En este tiempo cercano a la Navidad, nos disponemos de la mano de Guillermo José Chaminade, a renovar nuestra vida de fe, desde nuestra experiencia de su Presencia en nuestras vidas, desde lo que hemos “visto y oído” del Señor.

 

 “¡Qué fuerte somos cuando Nuestro Señor está con nosotros! “Maestro”, somos sus servidores y él vela por nosotros y nos protege.” (Carta 1289 - 2 enero 1844. Circular a la Tercera Orden de las Hijas de María).

Los discípulos consideraban a Jesús su Maestro.  María Magdalena, cuando lo reconoce en la mañana de la Resurrección exclama: “Raboní, es decir, Maestro” (Jn 20,16).  Guillermo José nos invita también desde su experiencia de Jesús a reconocerlo como nuestro Maestro.
El Maestro no es un mero transmisor de enseñanzas.  El verdadero maestro es un quien acompaña con su presencia y con su testimonio personal los valores y los principios que sostienen su doctrina.  El auténtico maestro es el que vive apasionado por aquello que no son solo ideas sino experiencia de vida.  Por eso él mismo se convierte en imagen de lo que enseña.  Decía Guillermo José: “Jesucristo es nuestro maestro para enseñarnos.  Como tal, es nuestro modelo. Ha hecho cuanto enseña. Se presenta a nosotros como una imagen”. (Notas de Retiro Vol III n°669).
Y nosotros somos “sus servidores”. ¿Cómo entender esto si el mismo Jesús nos dijo que no nos llama siervos sino amigos?  Lo que el Padre Chaminade quiere decir es que somos servidores de su propuesta, asumiendo también nosotros como discípulos en nuestra propia vida, aquello que hemos aprendido del Maestro, lo que hemos “visto y oído” de Él.
La experiencia de discípulo vivida por Guillermo José, le habilita para asegurar además que el Maestro no solo nos pone en camino y nos marca el horizonte, sino que Él mismo nos cuida y acompaña en ese camino.  Él mismo se pone a nuestro lado y vuelve a hacer el camino con nosotros. 
Reconocer a Jesús como el Maestro implica para nosotros reconocernos a la vez como discípulos.  Necesitamos ahondar en este experiencia, sentándonos a los pies del Maestro que nos habla a través de su Palabra, de los acontecimientos de nuestra vida, del testimonio de tantos hermanos y tantas hermanas que viven con autenticidad su vocación cristiana apasionados por aquello que apasiona al Maestro: el Reino de Dios. Así en la intimidad de la oración podremos escuchar el eco de su voz y su invitación a ser sus discípulos. Así podremos también afirmar con nuestro Padre y Fundador: “¡Qué fuerte somos cuando Nuestro Señor está con nosotros! “Maestro”, somos sus servidores y él vela por nosotros y nos protege.”

Jesús, mi Maestro,
a tus pies deseo sentarme para escuchar
tus palabras de Vida,
para dejarme apasionar
con tu misma pasión por el Reino.

Jesús, mi Maestro,
gracias por llamarme a ser tu discípulo
y servidor de tu Buena Noticia,
encarnándola en mi vida
y portándola en mis acciones cotidianas.

Jesús, mi Maestro,
el camino a veces se hace difícil
por nuestras propias infidelidades,
por las oscuras quebradas que la vida nos impone,
y por los rechazos sufridos a causa de seguirte.

Jesús, mi Maestro,
Tú nos señalas el horizonte
pero no nos dejas solos,
nos cuidas y nos proteges,
y te haces compañero de camino.

Jesús, mi Maestro,
el que tienes palabras de Vida eterna,
el que me invita a seguir sus huellas,
el que es capaz de suscitar en mí horizontes de sentido,
el único al que quiero seguir como discípulo.

Jesús, mi Maestro,
mi auténtico Maestro,
aquí estoy sentado a tus pies,
para escuchar tus palabras de vida
dejándome apasionar por tu misma pasión por el Reino

Amén


ATsm
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domingo, 15 de diciembre de 2013

“He leído cuatro veces las cuatro últimas líneas de tu carta, sobre todo esta frase: “Hay en mi corazón un verdadero deseo de ser de Dios y de hacer su santa voluntad”. Lo creo sinceramente y, puedo decir que lo he creído siempre; pero tú sabes, que en materia de religión y de salvación, los deseos, incluso los verdaderos, no bastan” (Carta 606 - 26 octubre 1831. Al P. Lalanne)

La chamifrase de la semana 97 – Domingo 15 de diciembre de 2013.

He leído cuatro veces las cuatro últimas líneas de tu carta, sobre todo esta frase: “Hay en mi corazón un verdadero deseo de ser de Dios y de hacer su santa voluntad”. Lo creo sinceramente y, puedo decir que lo he creído siempre; pero tú sabes, que en materia de religión y de salvación, los deseos, incluso los verdaderos, no bastan” (Carta 606 - 26 octubre 1831. Al P. Lalanne)


El Padre Chaminade es un gran conocedor del corazón humano, y por eso retoma en su respuesta a una carta que le enviara el Padre Lalanne, a quien conoce y guía desde la juventud, una frase que es como una confesión de su mundo interior: “Hay en mi corazón un verdadero deseo de ser de Dios y de hacer su santa voluntad”.  Con gran cariño paternal resalta esta frase y le expresa su confianza en la honestidad y veracidad de sus deseos interiores: “Lo creo sinceramente y, puedo decir que lo he creído siempre”.  Pero, justamente por ese conocimiento del espíritu humano adquirido en el acompañamiento de tantas personas, Guillermo José le advierte con claridad y contundencia: “pero tú sabes, que en materia de religión y de salvación, los deseos, incluso los verdaderos, no bastan”.
Los deseos no bastan.  Los deseos son necesarios porque son el motor de la vida humana, pero no bastan.  Aún los deseos más puros y verdaderos no bastan.  Porque el deseo necesita del discernimiento y la decisión personal para que pueda concretarse.  Por eso son deseos y no meros instintos que tienden como en los animales a su satisfacción inmediata.  Los deseos son una invitación pero necesitan de nuestra deliberada atención para que puedan encarnarse en nuestra propia vida.
El Padre Lalanne le expresa un deseo íntimo y valioso a su Padre espiritual: desea ser de Dios y hacer su santa voluntad. Pero ese deseo que es necesario para fundamentar una vida cristiana de entrega en el servicio a los hermanos, no basta si no hay una serie de decisiones personales que historicen en su vida ese deseo. Y esas decisiones, no pasan por hacer grandes cosas, sino por la concreción sencilla y cotidiana de ese deseo.  ¿Cómo se puede “ser de Dios” si no hay una vida de oración rica y profunda, una escucha cotidiana de la Palabra, una espiritualidad que pone en el centro del corazón al Señor? ¿Cómo se puede “hacer su santa voluntad” si estamos permanentemente más preocupados de “nuestras necesidades personales” que del amor que reconoce las necesidades de nuestros hermanos más pobres y sufrientes?  Está claro, que por más auténticos y santos que sean nuestros deseos, no bastan, si nuestra vida no los encarna en el espacio cotidiano en el que vivimos.
También nosotros guardamos en nuestro corazón deseos profundos y verdaderos, como el de Juan Bautista Lalanne. No nos olvidemos que nuestro Padre y Fundador nos quiere también a nosotros con ternura paternal y confía en nuestra autenticidad, pero también no deja de advertirnos: “pero tú sabes, que en materia de religión y de salvación, los deseos, incluso los verdaderos, no bastan”. Vivamos con alegría, reconociendo agradecidos esos deseos verdaderos que anidan en nuestro corazón, y decidámonos a encarnarlos con sencillez y humildad en nuestra vida cotidiana.

Señor Jesús,
te damos gracias porque en lo más profundo de nuestro ser,
experimentamos el deseo de ser tuyos
y de hacer tu santa voluntad.
Podemos también reconocer que este deseo verdadero,
es una expresión de nuestra misma identidad
porque nos hiciste a tu imagen y semejanza.

Señor Jesús,
en el camino de la vida nos damos cuenta
que los deseos, incluso los verdaderos, no bastan
para vivir en plenitud nuestra vocación cristiana.
Necesitamos discernir y tomar decisiones,
para que esos deseos se encarnen poco a poco
con sencillez en nuestra existencia cotidiana.

Señor Jesús,
queremos comprometernos
para que nuestros deseos verdaderos
se concreten en nuestras vidas.
Sabemos que contamos con tu gracia,
y con el testimonio y la intercesión
de nuestro querido Padre y Fundador.

Amén
                                                                                                                                         ATsm


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