domingo, 18 de enero de 2015

“En el ejercicio de las virtudes cristianas y religiosas hay que tener una gran libertad de espíritu y de corazón. Las leyes de Jesucristo no son leyes de esclavitud, por rigurosas que sean, sino leyes de gracia y de amor. Estamos llamados, nos dice san Pablo, a la libertad de los hijos de Dios” (Carta 924 - 3 enero 1837. Al Sr. Genre).

La chamifrase de la semana 130  - Domingo 18 de enero de 2015

“En el ejercicio de las virtudes cristianas y religiosas hay que tener una gran libertad de espíritu y de corazón. Las leyes de Jesucristo no son leyes de esclavitud, por rigurosas que sean, sino leyes de gracia y de amor. Estamos llamados, nos dice san Pablo, a la libertad de los hijos de Dios” (Carta 924 - 3 enero 1837. Al Sr. Genre).

 El Padre Chaminade responde a una carta de un religioso que no mucho tiempo atrás había comenzado su vida religiosa marianista.  Este hermano, Honoré Genre, abre su corazón al Fundador preocupado porque piensa que no está respondiendo como debe a las prácticas de la mortificación y la pobreza, y su imaginación le juega malas pasadas y turba su mente y su corazón.   Su mayor preocupación es que estas actitudes lo hacen faltar a su compromiso de tender a la perfección que ha asumido con su estado religioso.  Guillermo José le contesta con detenimiento y ayudándolo a ver que cuando uno falta a algunas de las virtudes cristianas tiene que reconocerlo humildemente, pedir perdón a Dios, y estar más atento a sí mismo.  También le dice con cariño y sabiduría que no tiene que preocuparse ni perder la calma y “tener una gran libertad de espíritu y de corazón”.  Y esto no es una justificación o una desvalorización de las obligaciones cristianas, sino una perspectiva más profunda y evangélica: “las leyes de Jesucristo no son leyes de esclavitud, por rigurosas que sean, sino leyes de gracia y de amor”.  Son leyes que no tienen como objetivo principal regular el ejercicio de la vida cristiana, determinando qué es pecado y qué es virtud, sino un camino de plenitud personal que nace de la relación con el Señor.  Por eso el padre Chaminade no duda en afirmar que “estamos llamados, nos dice san Pablo, a la libertad de los hijos de Dios”.

Guillermo José demuestra una gran capacidad para escuchar, comprender  y animar a vivir con ánimo y paz el proceso personal de sus discípulos.  Llama la atención su mirada equilibrada e integral.  Y no se asusta de los fallos cometidos ni se entretiene machacando acerca de las obligaciones cristianas.  Invita al Hno. Honoré y también nos invita a nosotros, a cultivar una mirada más profunda reconociendo que nuestra vida cristiana y espiritual es un proceso, y que una caída (o varias) no invalidan el camino de fe y hacia donde caminamos como seguidores de Jesús. Podríamos decir que es justamente al revés: nos anima a reconocer que somos hijos de Dios y que desde esa condición tenemos que vivir con auténtica libertad  asumiendo el camino de la virtud como respuesta al amor y a la misericordia del Padre, manifestados a través de nuestra relación de amistad con Jesús.

Difícilmente hoy nosotros, en el contexto histórico y religioso que vivimos, estemos demasiado preocupados por nuestras faltas a las virtudes cristianas y a cuestiones como la mortificación o las privaciones.  Pero el consejo de nuestro Fundador nos puede servir de mucho en sentido inverso, ayudándonos a desarrollar desde esa experiencia profunda de vivir impulsados por el Espíritu en la libertad de los hijos de Dios, el deseo de comprometernos y vivir responsablemente las “obligaciones” de nuestra vida cristiana.  Obligaciones que no vienen desde leyes que “nos mandan” cumplir ciertos actos religiosos sino que nacen desde la experiencia de la intimidad con Jesús, que nos invita a seguir sus pasos, desarrollando también en nuestras vidas sus “virtudes” cuya raíz  se alimenta de su su gracia y su amor.  En un mundo donde obligaciones, deberes, voluntad,… no están de moda…. el enfoque evangélico de nuestro Fundador nos ayuda a ponernos en camino, y a vivir con el compromiso de construir nuestra vida cristiana cada día con sentido, porque “en el ejercicio de las virtudes cristianas y religiosas hay que tener una gran libertad de espíritu y de corazón. Las leyes de Jesucristo no son leyes de esclavitud, por rigurosas que sean, sino leyes de gracia y de amor. Estamos llamados, nos dice san Pablo, a la libertad de los hijos de Dios” 
Señor te pedimos que suscites en nosotros

una gran libertad de espíritu y de corazón,

para seguirte con alegría y entusiasmo

encarnando en nuestra vida tus virtudes.

 
Señor a veces nuestras actitudes se alejan de tu Luz

y nos damos cuenta que nos cuesta seguirte con fidelidad,

anímanos a fortalecer el deseo de volver a los brazos del Padre

para recibir su misericordia y su perdón.
 

Señor, te damos gracias porque nos invitas cada día

a vivir “en la libertad de los hijos de Dios”,

y sostenidos por tu amistad y tu gracia

construir con verdadero sentido nuestra vida cristiana.

 
Señor, cuánto daño han hecho las obligaciones de la religión,

esclavizando a los “fieles” y reduciendo la vida cristiana

al mero cumplimiento de normas y mandamientos,

olvidando la buena y alegre noticia del Evangelio.

 
Señor, que la experiencia profunda del encuentro contigo

reavive en nosotros el deseo de seguir tu llamado

que nos interpela y compromete a vivir “cristianamente”

desde la libertad que nos identifica como hijos de Dios.

 Amén
                                                                                              AT sm

No hay comentarios:

Publicar un comentario