miércoles, 4 de junio de 2014

“Cuando los Apóstoles esperaban la venida del Espíritu Santo, eran constantes en la oración: así que el primer consejo que para ti me dicta mi afecto paternal es que te introduzcas en la oración”. (Carta 384 - 18 de diciembre de 1825. A un religioso de la Compañía, Burdeos)


La chamifrase de la semana 121 –  Miércoles 4 de junio. Taller de Oración XII  Esperando un nuevo Pentecostés

“Cuando los Apóstoles esperaban la venida del Espíritu Santo, eran constantes en la oración: así que el primer consejo que para ti me dicta mi afecto paternal es que te introduzcas en la oración”. (Carta 384 - 18 de diciembre de 1825. A un religioso de la Compañía, Burdeos)

El Padre Chaminade está acompañando a un religioso que está en un momento de crisis y desorientación, y que busca encontrar una salida a su situación existencial y espiritual.  Solo el Espíritu Santo puede aportar una luz sobre las sombras que está experimentando y recuperar aquello que parece ya no tiene remedio.  El Fundador apela a la Escritura para fundamentar su orientación: “Cuando los Apóstoles esperaban la venida del Espíritu Santo, eran constantes en la oración” (Cf. Hech. 1,14; 2,1).  Y sin rodeos le aconseja con claridad lo primero que tiene que hacer: “así que el primer consejo que para ti me dicta mi afecto paternal es que te introduzcas en la oración”.

A simple vista puede parecer un consejo simplista y hasta con cierto corte espiritualista.  Pero si ahondamos en él podemos comprender que no se trata solamente de una mirada teísta, sino que la decisión personal de “ponerse en oración” implica ya una transformación interior.  Reconocer que necesitamos del Espíritu implica reconocer que nuestra mirada es corta y a veces demasiado pegada a nuestras propias fragilidades y a nuestros conflictos interiores.  Sólo cuando puedo reconocer que sólo no puedo estoy preparado para dar otro paso aún más significativo: “pedir” la ayuda del Espíritu Santo. 

El Señor no necesita que le pidamos su Espíritu para saber que lo necesitamos.  Él quiere permanentemente regalarnos la presencia del Espíritu en nuestras vidas, y no necesita que le mendiguemos su ayuda para despertar su amor generoso por nosotros.  Pero nosotros si necesitamos aprender a “pedir” el Espíritu.  Y no se trata de una actitud obsesiva y compulsiva pidiendo la acción milagrosa del Espíritu.  Se trata de preparar el espacio interior para que pueda ser habitado por el Espíritu que no deja de venir a nuestro encuentro.  

Guillermo José sabe que no hay posibilidad de acoger y dejar actuar el Espíritu en nuestra vida si no hay una “preparación previa” que nos da la oración.  Es en ella, donde nos encontramos con nuestra propia realidad y así nos presentamos al Señor, y es en esa realidad en la que el Espíritu desea encontrar su casa, y regalarnos su presencia que es Amor que sana y transforma desde lo más profundo de nuestro interior nuestras vidas.

Cuántas veces frente a situaciones de crisis y desorientación buscamos soluciones que rápidamente nos quiten la angustia o la ansiedad que las mismas nos provocan.  Cuántas veces en nuestras vidas creemos que “somos libres” para decidir lo que necesitamos sin que nadie nos ayude a confrontar nuestra propia vida o nos oriente compartiendo su propia experiencia. Cuántas veces nos declaramos cristianos y creyentes en Dios pero a la hora de tomar decisiones fundamentales en nuestra vida  nos “olvidamos de consultarle que le parece”.  Cuántas veces bajamos los brazos y creemos que no podemos cambiar y optamos por agrandar el espacio interior oscuro y reprimido, y no nos animamos a presentarnos con nuestra realidad al Señor para que su Espíritu pueda habitarnos y transformarnos.  Cuántas veces en este mundo del consumo y el mercado pensamos que podemos comprar lo que necesitamos para estar bien, y renunciamos a “pedir” Aquello que no se compre ni vende, y que es regalo gratuito para quien acepta profundamente la necesidad de su Presencia.

Dejemos que nuestro Padre y Fundador también nos regale hoy a nosotros su consejo: “Cuando los Apóstoles esperaban la venida del Espíritu Santo, eran constantes en la oración: así que el primer consejo que para ti me dicta mi afecto paternal es que te introduzcas en la oración”.

Aquí estoy Señor,

abriendo mi corazón para entrar en oración.

Como los Apóstoles cuando esperaban la venida del Espíritu Santo,

yo también quiero ser contante y perseverar en la oración.

Tú sabes Señor que me cuesta.

Creo profundamente en tu Presencia y te agradezco la posibilidad

de haber experimentado en mi vida

la fuerza amorosa y transformadora de tu Espíritu.

Pero la “falta de tiempo”,

“las preocupaciones y ocupaciones cotidianas”,

“las heridas de mi pasado que no me dejan ser auténticamente libre”,

“la angustia y la ansiedad que me generan los conflictos que llegan a mi vida”,…

me hacen perder el horizonte y termino olvidando que necesito volver a encontrar

ese espacio genuino de encuentro contigo que es la oración:

para presentarme sin miedos con mi propia realidad,

reconociendo mis fragilidades y aceptando humildemente que no puedo solo,

y animándome a pedir con insistencia la venida de tu Espíritu

 

Yo sé que vos no necesitas que te pida lo que necesito,

Pero comprendo que yo sí necesito “pedir lo que necesito”.

No para tirarte el problema y esperar tu acción milagrosa,

sino para abrir mi espacio interior, con sus luces y sus sombras,

y dejarme habitar por tu Espíritu Santo:

que es Amor gratuito que sana

y transforma desde lo más profundo de mi ser.

 

Por eso Señor,

una y otra vez necesito volver a ponerme en oración,

y a intentar ser constante y perseverante en ella,

pidiendo con sencillez y confianza:

Ven, Espíritu Santo, ven.

                                                                                                                AT sm

Ayúdanos a difundir la chamifrase invitando a otras personas

a anotarse para poder recibirla cada semana.


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario