La chamifrase de la semana 121 –
Miércoles 4 de junio. Taller de Oración XII Esperando un nuevo Pentecostés
“Cuando los Apóstoles
esperaban la venida del Espíritu Santo, eran constantes en la oración: así que
el primer consejo que para ti me dicta mi afecto paternal es que te introduzcas
en la oración”. (Carta 384 - 18 de
diciembre de 1825. A un religioso de la
Compañía, Burdeos)
El Padre Chaminade está acompañando a un religioso
que está en un momento de crisis y desorientación, y que busca encontrar una
salida a su situación existencial y espiritual.
Solo el Espíritu Santo puede aportar una luz sobre las sombras que está
experimentando y recuperar aquello que parece ya no tiene remedio. El Fundador apela a la Escritura para
fundamentar su orientación: “Cuando los Apóstoles esperaban la venida del
Espíritu Santo, eran constantes en la oración” (Cf. Hech. 1,14; 2,1). Y sin rodeos le aconseja con claridad lo
primero que tiene que hacer: “así que el primer consejo que para ti me dicta
mi afecto paternal es que te introduzcas en la oración”.
A simple vista puede parecer un consejo simplista y
hasta con cierto corte espiritualista.
Pero si ahondamos en él podemos comprender que no se trata solamente de
una mirada teísta, sino que la decisión personal de “ponerse en oración”
implica ya una transformación interior.
Reconocer que necesitamos del Espíritu implica reconocer que nuestra
mirada es corta y a veces demasiado pegada a nuestras propias fragilidades y a
nuestros conflictos interiores. Sólo
cuando puedo reconocer que sólo no puedo estoy preparado para dar otro paso aún
más significativo: “pedir” la ayuda del Espíritu Santo.
El Señor no necesita que le pidamos su Espíritu para
saber que lo necesitamos. Él quiere
permanentemente regalarnos la presencia del Espíritu en nuestras vidas, y no
necesita que le mendiguemos su ayuda para despertar su amor generoso por
nosotros. Pero nosotros si necesitamos
aprender a “pedir” el Espíritu. Y no se
trata de una actitud obsesiva y compulsiva pidiendo la acción milagrosa del Espíritu. Se trata de preparar el espacio interior para
que pueda ser habitado por el Espíritu que no deja de venir a nuestro
encuentro.
Guillermo José sabe que no hay posibilidad de acoger
y dejar actuar el Espíritu en nuestra vida si no hay una “preparación previa”
que nos da la oración. Es en ella, donde
nos encontramos con nuestra propia realidad y así nos presentamos al Señor, y
es en esa realidad en la que el Espíritu desea encontrar su casa, y regalarnos
su presencia que es Amor que sana y transforma desde lo más profundo de nuestro
interior nuestras vidas.
Cuántas veces frente a situaciones de crisis y
desorientación buscamos soluciones que rápidamente nos quiten la angustia o la
ansiedad que las mismas nos provocan.
Cuántas veces en nuestras vidas creemos que “somos libres” para decidir
lo que necesitamos sin que nadie nos ayude a confrontar nuestra propia vida o
nos oriente compartiendo su propia experiencia. Cuántas veces nos declaramos
cristianos y creyentes en Dios pero a la hora de tomar decisiones fundamentales
en nuestra vida nos “olvidamos de consultarle
que le parece”. Cuántas veces bajamos
los brazos y creemos que no podemos cambiar y optamos por agrandar el espacio
interior oscuro y reprimido, y no nos animamos a presentarnos con nuestra
realidad al Señor para que su Espíritu pueda habitarnos y transformarnos. Cuántas veces en este mundo del consumo y el
mercado pensamos que podemos comprar lo que necesitamos para estar bien, y
renunciamos a “pedir” Aquello que no se compre ni vende, y que es regalo
gratuito para quien acepta profundamente la necesidad de su Presencia.
Dejemos que nuestro Padre y Fundador también nos
regale hoy a nosotros su consejo: “Cuando los Apóstoles esperaban la venida
del Espíritu Santo, eran constantes en la oración: así que el primer consejo
que para ti me dicta mi afecto paternal es que te introduzcas en la oración”.
Aquí
estoy Señor,
abriendo
mi corazón para entrar en oración.
Como
los Apóstoles cuando esperaban la venida del Espíritu Santo,
yo
también quiero ser contante y perseverar en la oración.
Tú
sabes Señor que me cuesta.
Creo
profundamente en tu Presencia y te agradezco la posibilidad
de
haber experimentado en mi vida
la
fuerza amorosa y transformadora de tu Espíritu.
Pero
la “falta de tiempo”,
“las
preocupaciones y ocupaciones cotidianas”,
“las
heridas de mi pasado que no me dejan ser auténticamente libre”,
“la
angustia y la ansiedad que me generan los conflictos que llegan a mi vida”,…
me
hacen perder el horizonte y termino olvidando que necesito volver a encontrar
ese
espacio genuino de encuentro contigo que es la oración:
para
presentarme sin miedos con mi propia realidad,
reconociendo
mis fragilidades y aceptando humildemente que no puedo solo,
y
animándome a pedir con insistencia la venida de tu Espíritu
Yo
sé que vos no necesitas que te pida lo que necesito,
Pero
comprendo que yo sí necesito “pedir lo que necesito”.
No
para tirarte el problema y esperar tu acción milagrosa,
sino
para abrir mi espacio interior, con sus luces y sus sombras,
y
dejarme habitar por tu Espíritu Santo:
que
es Amor gratuito que sana
y
transforma desde lo más profundo de mi ser.
Por
eso Señor,
una
y otra vez necesito volver a ponerme en oración,
y a
intentar ser constante y perseverante en ella,
pidiendo
con sencillez y confianza:
Ven,
Espíritu Santo, ven.
AT
sm
Ayúdanos a difundir la chamifrase
invitando a otras personas
a
anotarse para poder recibirla cada semana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario