domingo, 27 de octubre de 2013

"Seamos ante los hombres lo que somos ante Dios. No aparentemos lo que no somos" (Carta 383 - 6 diciembre 1825. A O'Lombel)


Las chamifrases de la semana en el Año de la FE
 La chamifrase de la semana 90 – Domingo 27 de octubre de 2013

Seamos ante los hombres lo que somos ante Dios. No aparentemos lo que no somos”
                                          (Carta 383 - 6 diciembre 1825. A O’ Lombel).

 
Este deseo del Padre Chaminade, que encontramos con similares expresiones en muchas de sus cartas, es una acertada definición de la virtud de la humildad.  En el lenguaje cotidiano identificamos demasiado pronto la humildad con unas actitudes que estarían más cercanas a la modestia o a la sencillez (“qué humilde es esta persona teniendo tantos dones o experiencia) o también con la carencia y la pobreza (“viene de  una familia muy humilde”).  Pero en la tradición espiritual cristiana la humildad es la virtud por la que somos capaces de conocer y reconocer nuestra propia verdad, con sus limitaciones y fragilidades, y obrar de acuerdo a ella.  El Padre Chaminade, sigue esta línea, y justamente identifica “nuestra propia verdad” con lo que “somos ante Dios”.  Porque ante Dios nuestro corazón está desnudo.  Él nos conoce hasta los más profundo de nuestro ser, nos conoce más que lo que nosotros mismos nos conocemos.  La invitación entonces pasa por ser coherentes con nuestra propia verdad, siendo ante los hombres lo que somos ante Dios, desarrollando entonces la virtud de la humildad.

 

Desde diversas dimensiones de nuestra existencia personal nos vemos muchas veces “obligados” a “aparentar lo que no somos”.  En algunas ocasiones ni siquiera somos conscientes como cuando construimos nuestra “personalidad” desde el deseo de nuestros padres, desde lo que otros esperan de nosotros, o desde un yo ideal alejado de nuestra propia realidad.  En otras ocasiones la causa es el lugar o rol social que ocupamos, el temor a no ser aceptado o querido, el contexto social más amable o más amenazante en el que nos desenvolvemos, o la simple conveniencia de estar de manera “políticamente correcta”.  En todas estas ocasiones, al no poder vivir de acuerdo a nuestra propia verdad, no sólo genera una inautenticidad existencial frustrante y que nos aleja de la felicidad, sino que además no nos permite crecer y desarrollar las posibilidades y dones que también como nuestras fragilidades son parte de nuestra “propia verdad”.

 

Es interesante como el Padre Chaminade aplica este consejo espiritual tanto a la vida personal como a la vida institucional.  En esta carta, está respondiendo a su representante en París que está gestionando la aprobación civil de los Estatutos de la Compañía de María.  Y que ha usado ciertos artilugios retóricos para justificar el pedido de aprobación de la institución.  Para Guillermo José no tiene sentido aparentar lo que no somos, aceptando con sencillez la realidad de lo que somos y podemos hacer, como rechazando aquellas actitudes que desde una óptica pesimista nos paralizan y “con humildad” mal entendida, nos llevan a asumir otras “fragilidades” que no tenemos. Por eso nuestro Fundador declara a continuación: “pobres en lo que tenemos, lo acepto; pero no nos cubramos con los despojos de otro”.  No es humildad aparentar lo que no se tiene desde la soberbia (sosteniendo una falsa perfección o valor) como aparentar lo que no se tiene desde la humillación (asumiendo una falsa debilidad que paraliza y autojustifica).

 

Recibamos con el corazón abierto, esta invitación de nuestros Padre y Fundador, que hoy nos invita a ser humildes, a ser coherentes con nuestra propia verdad personal y comunitaria, y desde ahí vivir y trabajar con alegría y esperanza, siendo ante lo hombres lo que somos ante Dios, no aparentando lo que no somos.

 

Señor, en tu Presencia no hay apariencia que valga,

porque Tú que nos conoces mejor que nosotros mismos,

nos aceptas y recibes con amor y misericordia,

y nos invitas a vivir en coherencia con nuestra propia verdad.

 

Señor, cuántas veces aparentamos lo que no somos,

la necesidad de ser queridos y aceptados,

nos lleva a construir caretas que finalmente

aumentan nuestra insatisfacción existencial y nos alejan de la felicidad.

 

Señor, que podamos experimentar serena y pacíficamente

nuestra propia realidad, con sus sombras  y con sus luces,

con sus fragilidades y con sus posibilidades,

animándonos a mirarla como tú la miras.

 

Señor, que seamos ante los hombres lo que somos en tu Presencia,

que crezcamos en libertad interior para dejar de aparentar lo que no somos,

y así animarnos a vivir con alegría y esperanza la virtud de la humidad,

que no es otra cosa que vivir sencillamente desde lo que auténticamente somos.

                                                                      Amén

               AT sm

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