martes, 1 de mayo de 2012

“En el Instituto de María, no hay largas oraciones, ni vocales ni mentales, pero sí mucho trabajo”


La chamifrase de la semana 41  ESPECIAL

Martes 1 de mayo de 2012


“En el Instituto de María, no hay largas oraciones, ni vocales ni mentales, pero sí mucho trabajo”

 (142 - 11 de julio de 1820, A Sor Celestina, Agen).

La valoración del trabajo ha sido una constante en la tradición marianista desde los inicios. En esta frase, que pertenece a una carta que el Padre Chaminade dirige a una joven novicia del convento de Agen que dudaba en ser Hija de María o retirarse y hacerse carmelita, el Fundador pone el trabajo a nivel de las dimensiones esenciales de la vida marianista.                                                                       
El trabajo dignifica y plenifica la experiencia humana. Para el cristiano es una llamada a colaborar con la obra creadora de Dios, quien ha puesto en nuestras manos el presente y el futuro de su Creación.  Y para los marianistas el trabajo es una consecuencia del misterio de la Encarnación, el misterio que nos gusta presentar como el “corazón de nuestra espiritualidad”. Por eso en el aula y en el trabajo manual, en las tareas cotidianas y en el trabajo profesional, compartimos con la humanidad entera la vocación de trabajadores y nos unimos con esfuerzo y responsabilidad a la construcción de un mundo más justo y equitativo.

Ciertamente el Padre Chaminade, que era un hombre de un profundo espíritu interior, en muchas ocasiones prevenía a sus discípulos de un activismo exagerado que pierde su sentido o relativiza la oración y la espiritualidad. Pero aún en esas ocasiones, opinaba que la solución estaba en volver a encontrar el rumbo, y a vivir el trabajo con espíritu interior e intención apostólica. Aunque el trabajo no sea en sí explícitamente pastoral, cuando trabajamos no dejamos de ser misioneros.

La Iglesia nos propone en este día que celebramos el Día internacional del Trabajo mirar a San José Obrero, aprender de su testimonio y confiar en él nuestro trabajo y las necesidades de aquellos que en nuestro mundo todavía injusto y poco equitativo no tienen un trabajo digno. El Padre Chaminade nos legó una sentida devoción por San José que no nos viene mal profundizar y valorar en nuestra experiencia marianista en la actualidad.  Pidamos a José que nos ayude a vivir nuestro trabajo cotidiano sabiendo que así estamos colaborando con el plan creador y salvador de Dios, que podamos sostenerlo desde un profundo espíritu interior y que no perdamos en la cotidianeidad de nuestras responsabilidades laborales vivir con sencillez nuestra impronta apostólica. A veces pensamos que la misión para por actividades explícitamente pastorales y nos olvidamos que nuestro trabajo, y no importa el tipo de trabajo ni donde lo realizamos, es el espacio natural para vivir nuestro ser misionero.  Es allí donde podemos encontrar naturalmente nuestra “tierra de misión”, y es una llamado siempre renovado especialmente para los/as laicos/as de nuestra Familia marianista.

Mirando al carpintero de Nazaret, nos encontramos con su hijo Jesús, quien aprendió con él  a trabajar y a vivir con dignidad en medio de su pueblo. Y renovamos también nuestro compromiso de trabajar por una sociedad más justa y equitativa, en la que todos puedan encontrar el lugar para vivir con dignidad y poder ser plenamente “humanos”.


San José Obrero, queremos aprender de tu experiencia
a vivir con sencillez nuestro trabajo cotidiano,
sabiendo que así colaboramos con la obra creadora de Dios.

San José Obrero, queremos confiarnos a tu intercesión,
para que podamos sostener nuestro trabajo con espíritu interior
y a través de él vivir nuestra vocación misionera en el mundo de hoy.

San José Obrero, queremos ser agradecidos por el trabajo de cada día,
por la posibilidad que nos da de vivir con dignidad,
desarrollar nuestras capacidades y crecer en humanidad.

San José Obrero, queremos comprometernos para que en el mundo en que vivimos,
la justicia y la equidad sigan creciendo y alcancen su plenitud,
y todos los hombres y mujeres tengan la oportunidad de un trabajo digno.

San José Obrero, queremos comprometernos cada día,
siguiendo las huellas de Jesús, trabajador y carpintero como vos,
anunciando con nuestro trabajo cotidiano la Buena Noticia del Reino.

San José Obrero, ruega por nosotros
Amén.
                                                                                                                AT. Sm

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