domingo, 15 de abril de 2012

“Recemos mucho y recemos con plena confianza: Nuestro Dios es el Padre de las misericordias y el Dios de todo consuelo”


La chamifrase de la semana 39

15 de abril de 2012 Segundo Domingo de Pascua o de la Divina Misericordia


Recemos mucho y recemos con plena confianza: Nuestro Dios es el Padre de las misericordias y el Dios de todo consuelo”

(797 - 14 septiembre 1835. Al P. Chevaux).


A través de sus palabras y sus acciones, en el testimonio de su vida Jesús de Nazaret nos reveló el rostro de Dios Padre bueno y misericordioso, que nos ama infinita y gratuitamente, que nos acoge y recibe con su ternura materna y paterna, nos consuela y nos regala esa base segura afectiva y espiritual que nos ayuda a caminar por la vida con una fe cierta y una esperanza segura.

La experiencia de Dios de Guillermo José es también esta misma. En el trascurso de su larga vida fue descubriendo y reconociendo el rostro de Dios Padre y no duda en proponerlo a quienes acompaña.  Y es interesante descubrir la razón por la que el Padre Chaminade insiste en la oración.  No se trata de rezar a Dios para que nos alcance los favores que necesitamos porque es misericordioso.  Si no que es en la oración, encuentro personal e íntimo con el Dios de Jesús que descubrimos y experimentamos su misericordia y su bondad, y nos reconocemos hijos amados del Padre.

Decía Santa Teresa de Jesús que "No es otra cosa oración mental, sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama". Cuando Guillermo José hablaba de oración mental no se refería a una serie de elucubraciones mentales sobre la Divinidad, sino a esta experiencia personal afectiva y profunda, del amor y la misericordia de Dios.

Por eso estamos invitados a “rezar mucho y con plena confianza”, a abrirle al puerta a ese Dios que está a la puerta y llama, esperando que le abramos para entrar y compartir con nosotros su amistad.

Y desde esta experiencia interior, podremos también nosotros con nuestras palabras y con nuestras acciones, con nuestro testimonio de vida, revelar a los demás el rostro del Dios de Jesús, que es el mismo que el rostro del Dios de nuestro Fundador, que es el mismo que el rostro del Dios de cada uno de nosotros.

Padre de las Misericordias,
regálanos la experiencia profunda de tu Presencia,
en la que nos reconocemos como hijos amados
e invitados a vivir con la dignidad de esta identidad tan profunda.

Padre de todo Consuelo,
recibe nuestros dolores y sufrimientos,
y concédenos la Paz interior y la serenidad que se experimentan
cuando nos dejamos abrazar en tu Amor.

Padre Bueno,
necesitamos crecer en la oración,
que es encuentro íntimo y de amistad,
para poder revelar con alegría tu rostro verdadero a los demás.
Padre de las Misericordias,
enséñanos a mirar con el corazón.
Padre de todo consuelo,
                                       transforma nuestra preocupación 
                                    en ocupación por los que más sufren,

Padre Bueno,
ayúdanos a ser reflejo cotidiano de tu bondad.

Amén

AT. sm

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