miércoles, 5 de marzo de 2014

“¡Son todos misioneros, cumplan su misión! Quizá la palabra misión pueda fatigar la mente de algunos, imaginando que, para ser misionero, hay que ir predicando de pueblo en pueblo, de parroquia en parroquia, no habiéndose formado por tanto la idea de una misión estable y permanente”. Carta 725 – Al P. Chevaux – 7 de febrero de 1834)


La chamifrase  116 – 5 de marzo de 2014 – Preparándonos para iniciar el nuevo año escolar
“¡Son todos misioneros, cumplan su misión! Quizá la palabra misión pueda fatigar la mente de algunos, imaginando que, para ser misionero, hay que ir predicando de pueblo en pueblo, de parroquia en parroquia, no habiéndose formado por tanto la idea de una misión estable y permanente”. Carta 725 – Al P. Chevaux – 7 de febrero  de 1834)

El Padre Chaminade insiste una y otra vez en el carácter misionero de toda obra marianista.  En esta carta dirigida al Padre Chevaux, Director en ese momento de la multifacética obra educativa de Saint  Remy, vuelve a recordar los fundamentos de la educación marianista.  Y en esta frase recuerda una inspiración carismática que desde los inicios de su misión a la vuelta del exilio intentó concretar de acuerdo a las circunstancias: todos somos misioneros y cada obra es una misión estable y permanente.  En las primeras décadas del siglo XIX esas obras para Guillermo José eran las Congregaciones marianas.  Pero los tiempos cambiaron, la situación social y política exigía otro tipo de iniciativa apostólica, y la educación se convirtió en el “medio privilegiado” de la misión marianista.  Por una lado la experiencia personal del Fundador en sus años de juventud con sus hermanos en el Colegio de San Carlos de Mussidan. Por otro lado la necesidad urgente de la educación para reconstituir el tejido social y “regenerar la sociedad”.  Y esencialmente porque la escuela como espacio “secular” nos brinda la posibilidad de encarnar el Evangelio en la realidad social en la que estamos y promover una formación integral de las personas, que es el objetivo de toda evangelización cristiana (que es mucho más amplia que un adoctrinamiento religioso).  Evangelizar y educar son para nuestro Fundador dos acciones que en nuestros centros educativos marianistas no pueden estar divorciados.  Los marianistas educamos evangelizando y evangelizamos educando.

 El P. Chaminade tiene claro que para que esto sea posible se necesitan dos condiciones.  La primera es que todos los miembros de la comunidad educativa asumen su tarea como una misión.  Una misión cotidiana y concreta en las  aulas y en los patios de la escuela.  A veces seguimos pensando que “ir misionar” implica irnos a otros lugares lejanos a evangelizar y nos olvidamos de nuestro compromiso cotidiano con la misión.  “Ir a misionar” es ir al colegio todas las mañanas, entrar en el aula a dar una clase, tener una entrevista con unos padres, trabajar en equipo con otros docentes, realizar el trabajo administrativo o de mantenimiento que es parte de mi función, etc.  Si viviéramos este “ir a misionar” cotidiano con profundidad y sentido, “ir a misionar” a otros lugares sería una consecuencia de nuestro estilo de vida.  Es cierto que para poder vivir la tarea educativa desde esta dimensión misionera hacen falta una vocación y una espiritualidad.  Un sentirse llamado a misionar desde mi tarea educativa y una espiritualidad que de sostén y horizonte de sentido a mi tarea-misión cotidiana.  Es cierto también que no todos los que participan de la comunidad educativa marianista vivirán esto como un llamado personal, pero sí que hacen falta unos cuántos que los asuman de esta manera para que lo “marianista” no solo sea un sello exterior sino una impronta que configure nuestra propuesta educativa.

A la primera condición: “todos son misioneros”, hay que sumarle la concepción de la escuela como una “misión estable y permanente” que se concreta a través de la inculturación del Evangelio en todos los aspectos y dimensiones  de su vida (institucional, pedagógica, vincular, organizacional, en los procesos de toma de decisiones, en el modo de resolver los conflictos, en las propuestas extraescolares, en la relación con el entorno social, etc.).  Por algo muchos años después de Chaminade los marianistas llegamos a la conclusión de que “la encarnación es el corazón de la espiritualidad marianista” (CG SM 1971).

Que al iniciar este año escolar podamos redescubrir de la mano de nuestro Padre y Fundador, que cada uno de nuestros centros educativos marianistas son una “misión estable y permanente” y que quienes compartimos en ellos nuestro compromiso con la educación  “somos todos misioneros”.

 

Querido Padre Chaminade,

hoy volvemos a escuchar con emoción tus palabras

que son para nosotros una renovada invitación:

“¡Son todos misioneros, cumplan su misión!”.

 

Aquí estamos con entusiasmo y alegría

viviendo nuestra misión educativa y evangelizadora,

sabiendo que “todos somos misioneros”

y cada centro educativo marianista una misión “estable y permanente”.

 

Contamos con tu presencia afectiva y tu intercesión eficaz,

confiamos en la fuerza del Espíritu que sigue inspirando en nosotros

la misma impronta carismática que recibieron tus primeros discípulos,

y nos preparamos para ayudar cada día  a María en su misión.

 

Querido Guillermo Jose,

damos gracias a Dios por la obra que ha hecho en ti

y en todos los educadores marianistas que nos han precedido,

y nos ponemos en sus manos para que su obra pueda continuar.

 

Amén

                                                 AT sm

 

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