domingo, 22 de enero de 2012

“Me hago viejo y sé que pronto iré a rendir cuentas a Nuestro Señor de las misiones que me ha confiado a lo largo de mi vida. He pasado por pruebas muy duras. Dios sea bendito y María, glorificada”.


La chamifrase de la semana 32

22 de enero de 2012 
162° aniversario de la Pascua del Beato Guillermo José Chaminade

“Me hago viejo y sé que pronto iré a rendir cuentas a Nuestro Señor de las misiones que me ha confiado a lo largo de mi vida. He pasado por pruebas muy duras. Dios sea bendito y María, glorificada”.

 (Carta 1313 - 17 agosto 1844. Al P. Caillet).

El Padre Chaminade asume la etapa de la vida en la que se encuentra, sabe que no le quedan muchos años  de vida, y no duda del rumbo hacia el que se dirige su existencia: el encuentro definitivo con el Señor, al que ha entregado la vida entera en el sacerdocio y a través de la fundación y animación de la Familia de María.

Ya no son los tiempos felices de su juventud en Mussidan, ni los tiempos difíciles de la vida oculta en el Burdeos post-revolucionario ni la soledad del exilio en Zaragoza.  Ya no es el tiempo del discernimiento y la espera prudente para lanzarse a la misión, ni el tiempo de las fundaciones de los Institutos religiosos y su desarrollo por toda Francia. Ha pasado “mucha agua debajo del puente”.  Guillermo José es consciente de su larga vida y de la cercanía del final.

Está seguro de dos cosas: que el Señor es el que le ha confiado unas cuantas “misiones” a lo largo de su vida y que no le han faltado duras pruebas en el camino.  Y todavía tendrá que sufrirlas en los años difíciles que le quedan por delante. 

No vemos en su testimonio nostalgia por lo pasado ni amargura por lo no logrado.  No percibimos tampoco depresión por su vejez, ni tampoco abandono de su sentido de la vida antes de tiempo.  En esta honestidad consigo mismo y su situación vital, el Padre Chaminade, hace su “síntesis existencial” desde la identidad de un hombre de fe.  Es lo que ha deseado ser toda la vida y lo que ha pedido a sus seguidores.  En los últimos años de su vida contemplamos en él al hombre de fe que sabe mirar y aceptar su propia realidad desde una mirada profunda que solo la fe del corazón en plenitud puede regalar: “Dios sea bendito y María glorificada”.

Cuántas veces había repetido durante su vida desde la influencia ignaciana de su primera formación espiritual: “Todo para mayor gloria de Dios”, a lo que agregaba desde el carisma recibido “y para la gloria de María”.  Al final de su vida, asumiendo todo lo que ha vivido, las alegrías y las tristezas, las gracias y las pruebas,… su corazón no puede dejar de manifestar ya no como deseo sino como experiencia vivida, que en todo “Dios sea bendito y María glorificada”.

Que al final de nuestros días, podamos también ya no proponernos sino ser auténticos hombres y mujeres de fe, y que el Señor nos regale la gracia de construir ese día, desde nuestro caminar concreto de todos los días:  en los momentos de estabilidad y en las pruebas, en pleno día y en la espesura de la noche, en las certezas y en las búsquedas, en las decisiones tomadas con la seguridad de los principios que no cambian y en las que se deben tomar asumiendo los riesgos de la adaptación y la encarnación en nuestra realidad cambiante.   Que en todo, en lo personal y lo comunitario,… “Dios sea bendito y María glorificada”.

Gracias Señor por la vida de Guillermo José,
nuestro Padre y Fundador.

Gracias Señor porque sus enseñanzas no fueron solo palabras
sino ejemplo encarnado en su propio testimonio de vida.

Gracias Señor porque contemplando la vida del Padre Chaminade
aprendemos a ser hombres de fe y misioneros de María.

Gracias Señor porque su vocación de Misionero en un mundo nuevo,
nos invita a nosotros a asumir la nuestra: la de ser misioneros en este mundo nuevo.

Gracias Señor por el don de la vocación marianista,
que nos regalás por la mediación de Guillermo José Chaminade.

Gracias Señor porque reconociéndonos herederos de su don,
nos animamos a desear que en todo en nuestras vidas,
“Dios sea bendito y María glorificada”.

Amén

                                  AT sm

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