domingo, 6 de noviembre de 2011

“Si, como creo, esta empresa es la obra de Dios, todo se allanará para su ejecución; cada uno de los cooperadores que la Providencia hace concurrir pondrá de su parte: yo también pondré de mi parte para todo lo que esté en mis manos.”


La chamifrase de la semana 23

6 de noviembre de 2011


“Si, como creo, esta empresa es la obra de Dios, todo se allanará para su ejecución; cada uno de los cooperadores que la Providencia hace concurrir pondrá de su parte: yo también pondré de mi parte para todo lo que esté en mis manos.”

                                                (Carta 229 – 4 marzo 1823. Al P. Tharin, Vicario General de Besancon).

A pocos años de la fundación del Instituto de María, la primera expansión misionera se extiende ya en obras más importantes y geográficamente más alejadas de Agen y de Burdeos (cunas de las vida religiosa marianista femenina y masculina respectivamente).
El gran salto será la fundación en Saint Remy, en el Noreste de Francia.  Sin saber cómo financiará la compra de un castillo y los terrenos aledaños, y luego el mantenimiento de la obra, el Padre Chaminade confía en que la Providencia allanará los caminos.  No es ingenuo y conoce bien los pormenores de la administración desde su experiencia en el Colegio de San Carlos de Mussidan en sus años de juventud. Los recursos financieros que se necesitan superan en mucho las posibilidades de la naciente Compañía de María.  Tampoco sabe muy bien cuál será la obra apostólica que iniciarán en aquel lejano lugar los primeros marianistas que lleguen.  Pero cree que “esta empresa es la obra de Dios” y a pesar de que tiene otras obras iniciándose en otros lugares, se lanza seguro de que es la opción correcta.

Confía en que las personas que se sumen a esa misión también serán un regalo de la Providencia y pondrán todo de su parte para conseguir el objetivo que se proponen.  Las anécdotas de las dificultades y las necesidades por las que pasaron los fundadores de la obra se han transmitido de generación en generación en la historia marianista.
Y Guillermo José también se compromete a poner de su parte todo lo que esté en sus manos.  Y así desde lejos, con el envío de su hombre de confianza (su secretario personal David Monier) y con la incesante correspondencia que envía a las personas involucradas en la misión, a los posibles cooperadores en la zona y a las autoridades civiles y eclesiásticas, anima una obra que crecerá empujada por esa convicción tan fuerte del Fundador, convirtiéndose rápidamente en un gran complejo educativo: con internado de primera y segunda enseñanza, escuela de artes y oficios, retiros para maestros, la escuela normal y la escuela agrícola. Pronto también tendrán que abrir un Noviciado porque la generosidad y la entrega de los primeros marianistas en llegar será un medio a través del cual el Señor llamará a numerosas vocaciones. El Padre Chaminade envía a esa obra a sus discípulos más cercanos: Rothea, Clouzet, Gaussens;  y más tarde a Lalanne que la convertirá en una propuesta educativa innovadora y reconocida en toda Francia.

En las últimas décadas hemos invertido tiempo y recursos en la Familia Marianista  en necesarias reestructuraciones, planificaciones pastorales, procesos de diagnóstico institucional,… mientras veíamos como el número de integrantes iba cayendo y comenzamos a pensar en “achicarnos”.   En los últimos años a partir de tomar mayor conciencia de lo que significa ser Familia Marianista y motivados por una renovada conjunción entre “misión y espíritu” nos vamos animando a salir de nuestras cómodas realidades para ampliar nuestra misión. Nos implica a todos seguir poniendo todo lo que de nuestra parte podemos poner.  Pero no debemos olvidarnos que a la Providencia hay que dejarla también, que haga su parte.

Señor Jesús,
necesitamos escuchar con atención tus llamadas a la misión,
y disponernos con entusiasmo y generosidad a recorrer tus caminos.
Señor Jesús
estamos dispuestos a poner todo lo que esté de nuestra parte,
y sin dejar el sano realismo dejarnos impulsar por la audacia que da tu Espíritu.
Señor Jesús
regalanos la gracia de confiar plenamente en la Providencia del Padre,
la misma confianza que impulsó siempre a la misión a nuestro querido Fundador.
Amén

                                                                                                A.T. sm

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