Las chamifrases de
la semana
“La
oración, querido hijo, y una buena oración nos es necesaria. Prepara siempre
bien el tema de la oración”
(Carta 747 - 4 julio 1834. Al P. León Meyer).
El Padre Chaminade
no se cansa de insistir a sus seguidores de la necesidad de la oración, y de
una “buena oración”. Para que ella
suceda es necesario poner todos los medios a nuestro alcance, incorporar los
pasos del método a seguir y también preparar con tiempo el tema de la oración.
Si la oración es
el encuentro más íntimo y profundo con el Señor, preparar ese encuentro es
importante. Hacer de esta preparación un hábito nos ayuda a disponer nuestra mente
y nuestro corazón y a vivir más hondamente el tiempo dedicado concretamente a
la oración.
El primer paso preparatorio a la oración es la elección del tema de la misma. Se puede elegir el tema antes de acostarse si voy a orar temprano en la mañana, o en la mañana para que se vaya encarnando en mí durante el día si voy a dedicar un tiempo al fin de la tarde a la oración.
-
un
texto de la Palabra de Dios (en este sentido tomar habitualmente el texto de la
liturgia cotidiana puede ser de gran ayuda),
-
o
una verdad de fe (por ejemplo: Creo en el Espíritu Santo, Señor y Dador de Vida)
-
o
un misterio de la vida de Jesús (que puede ser una buena elección en los
tiempos litúrgicos fuertes, por ejemplo para la Navidad: (Jesús nace en
Belén, y es acostado en un pesebre).
Los
acontecimientos de la vida, los sentimientos que nacen de la situación
existencial que estoy transitando, alguna cuestión de mi vida de fe que
necesito ahondar,… tienen que ser tenidos en cuenta a la hora de la elección
del tema, pero no solo para hacer una especie de introspección sino para
presentarnos al Señor desde nuestra propia realidad personal, pero abiertos
siempre a las mociones que el Espíritu me quiera regalar.
En todos los
casos, la Palabra de Dios es fundamental, porque a través de ella el Señor nos
habla hoy nuevamente a cada uno de nosotros.
Puede ser un texto completo (como en el caso de seguir el ordenamiento
de la liturgia cotidiana) o algunos versículos que, en el caso de elegir una
verdad o de fe o un misterio de la vida de Jesús, constituyan una buena
iluminación.
Ahora una cosa
importante es que no se trata de elegir un tema para reflexionar, sino un tema
que en sintonía con mi camino de fe, me ayude a seguir caminando dando un
pasito más en ese itinerario. Por eso
elegimos el tema, teniendo en cuenta además el objetivo o fruto que deseamos
alcanzar de ese tiempo de encuentro con el Señor que es la oración.
Una vez finalizada
esta preparación habiendo elegido el tema y el fruto deseado, lo guardamos en
la memoria de la mente y del corazón, para recordarlo fácilmente en cualquier
momento como un tesoro que descubriremos en el próximo momento de oración (es
como cuando nos vamos a encontrar con alguien para conversar de un tema muy
importante y estamos esperando durante el día ese momento, y lo recordamos
frecuentemente, hasta que llegamos al encuentro esperado).
ATsm
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