miércoles, 25 de marzo de 2015

“¡Ojalá pueda yo hacerle sentir la felicidad que hay perteneciendo de manera especial a la Madre de Dios! Estamos orgullosos aquí del título de Hijos de María: creemos que formamos su familia privilegiada”. (Carta 31 - otoño de 1808. A Adela de Trenquelléon).


La chamifrase de la semana 133  - 25 de marzo de 2015  - ESPECIAL – Anunciación del Señor – FIESTA PATRONAL DE LA FAMILIA

“¡Ojalá pueda yo hacerle sentir la felicidad que hay perteneciendo de manera especial a la Madre de Dios! Estamos orgullosos aquí del título de Hijos de María: creemos que formamos su familia privilegiada”.  (Carta 31 - otoño de 1808. A Adela de Trenquelléon).

 No podemos dudar que desde  los inicios el Padre Chaminade comprendió nuestro carisma desde una relación especial con María y desde una perspectiva de familia.  Estas palabras de nuestro Padre y Fundador pertenecen a la primera carta que le envío a la joven Adela de Trenquelleón que le había escrito interesándose por sus comunidades.  Está claro que en la mente y el corazón de Guillermo José el núcleo esencial de la vida marianista es la “pertenencia” a la Madre de Dios, que se concreta en un camino de vida como “hijo de María”, en el seno de una Famlia especialmente dedicada a Ella. 

“¡Ojalá pueda yo hacerle sentir la felicidad que hay perteneciendo de manera especial a la Madre de Dios!”. Es tanta la felicidad que experimenta el Padre Chaminade que no le alcanzan las palabras para transmitir esos sentimientos profundos.  Es que cuando uno encuentra su propia identidad encuentra esa vivencia de plenitud que ayuda a vivir la vida enraizado en lo esencial y  con un horizonte de sentido.  Esa felicidad la experimente Guillermo José y desea abrir la puerta de esta experiencia a todos los que son llamados a compartir esa misma vocación marianista. Pertenecer de una manera especial a Ella, haciendo alianza con Ella, consagrándonos como sus misioneros.  La misión es de Ella, nosotros perteneciendo a Ella, continuamos hoy su misión, seguimos dando como y con Ella a luz a Jesús al mundo.

El Padre Chaminade no duda en afirmar que “estamos orgullosos aquí del título de Hijos de María”. Un título que no es una mera distinción honorífica, sino una invitación a vivir como verdaderos hijos e hijas de María.  O sea a vivir como Jesús, el hijo de María.  Por eso nuestro fin como marianistas es llegar a la “conformidad con Jesucristo y trabajar por la venida de su Reino”.  Somos hijos e hijas de María,  y Ella nos va formando colaborando con el Espíritu a imagen de su Hijo Jesús.

Y finalmente nuestro Fundador profesa con verdadera pasión: “creemos que formamos su familia privilegiada”.  Sí,  formamos la Familia de María, somos sus hijos e hijas, nos dejamos formar por Ella y nos comprometemos a colaborar con Ella en su misión.

Estas palabras del Padre Chaminade a la joven Adela están en el inicio de nuestra historia de Familia. Ni siquiera habían aparecido todavía los deseos de fundar los institutos religiosos pero ya estaba presente esta esencia de nuestra vocación marianista, que luego se concretará en los estados particulares de la vida laical, religiosa o sacerdotal.  Pero en la esencia todos compartimos esta misma identidad. 

Quizás sea interesante que hoy convirtamos en pregunta estas palabras del Padre Chaminade: ¿Sentimos la felicidad que hay en el pertenecer de manera especial a la Madre de Dios?  ¿Estamos orgullosos aquí del título de Hijos de María? ¿Creemos que formamos su familia privilegiada? Y nos ayudemos en Familia a recuperar, renovar, revitalizar y vivir con alegría y pasión nuestra identidad marianista, superando esos sentimientos de pertenencia “de club” y decidiéndonos a vivir con entusiasmo nuestro seguimiento de Jesús desde el carisma particular que hemos recibido. Así también nosotros podremos hacer propias y compartir con otros estas palabras chaminadianas: “¡Ojalá pueda yo hacerle sentir la felicidad que hay perteneciendo de manera especial a la Madre de Dios! Estamos orgullosos aquí del título de Hijos de María: creemos que formamos su familia privilegiada”

Aunque hoy rezamos habitualmente una fórmula de consagración a María renovada y teológicamente más aggiornada, te invito a rezar con el corazón esta antigua fórmula que expresa más afectivamente esta pertenencia a María que tantas generaciones de marianistas hemos experimentado en estos más de doscientos años desde nuestros orígenes: 

Reina del cielo y de la tierra:

llenos de amor y de respeto

te ofrecemos nuestras alabanzas,

nos consagramos con alegría a tu servicio

y abrazamos una forma de vida

donde todo se hace en tu nombre,

para alabarte, servirte y proclamar tus grandezas.

Que nuestro celo por defender tus intereses

compense la indiferencia y el olvido de los hombres.

 
Madre del Redentor y Madre nuestra,

mediadora de todas las gracias,

extiende el Reino de Dios en el mundo,

implanta la verdad

donde reina el error y la confusión,

conserva fuerte la fe de tus hijos.

presérvalos de la seducción del mundo y del pecado.

Atiende a nuestras súplicas

y enciende en nosotros un amor que impulse toda nuestra vida,

para que seamos dignos de la gloria que compartes con tu Hijo,

que por ser Dios vive y reina con el Padre,

en la unidad del Espíritu Santo

por los siglos de los siglos.

Amén

AT sm

1 comentario:

  1. En vez de callarnos seamos verdaderos hijos de Dios y recordemos que todos los elegidos por el, son parte de un plan por parte de Dios para que nun ca olvidemos que somos hijos preferidops por el y Maria.

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