miércoles, 27 de noviembre de 2013

“La oración, querido hijo, y una buena oración nos es necesaria. Prepara siempre bien el tema de la oración” (Carta 747 - 4 julio 1834. Al P. León Meyer).


Las chamifrases de la semana

 La chamifrase de la semana 96 – TALLER DE ORACIÓN VIII

La oración, querido hijo, y una buena oración nos es necesaria. Prepara siempre bien el tema de la oración” 
                               (Carta 747 - 4 julio 1834. Al P. León Meyer).

El Padre Chaminade no se cansa de insistir a sus seguidores de la necesidad de la oración, y de una “buena oración”.  Para que ella suceda es necesario poner todos los medios a nuestro alcance, incorporar los pasos del método a seguir y también preparar con tiempo el tema de la oración.

Si la oración es el encuentro más íntimo y profundo con el Señor, preparar ese encuentro es importante. Hacer de esta preparación un hábito nos ayuda a disponer nuestra mente y nuestro corazón y a vivir más hondamente el tiempo dedicado concretamente a la oración.  

El primer paso preparatorio a la oración es la elección del tema de la misma.  Se puede elegir el tema antes de acostarse si voy a orar temprano en la mañana, o en la mañana para que se vaya encarnando en mí durante el día si voy a dedicar un tiempo al fin de la tarde a la oración. 

 Generalmente los temas de elección pueden ser:

-       un texto de la Palabra de Dios (en este sentido tomar habitualmente el texto de la liturgia cotidiana puede ser de gran ayuda),

-       o una verdad de fe (por ejemplo: Creo en el Espíritu Santo,  Señor y Dador de Vida)

-       o un misterio de la vida de Jesús (que puede ser una buena elección en los tiempos litúrgicos fuertes, por ejemplo para la Navidad: (Jesús nace en Belén, y es acostado en un pesebre).

Los acontecimientos de la vida, los sentimientos que nacen de la situación existencial que estoy transitando, alguna cuestión de mi vida de fe que necesito ahondar,… tienen que ser tenidos en cuenta a la hora de la elección del tema, pero no solo para hacer una especie de introspección sino para presentarnos al Señor desde nuestra propia realidad personal, pero abiertos siempre a las mociones que el Espíritu me quiera regalar.

En todos los casos, la Palabra de Dios es fundamental, porque a través de ella el Señor nos habla hoy nuevamente a cada uno de nosotros.  Puede ser un texto completo (como en el caso de seguir el ordenamiento de la liturgia cotidiana) o algunos versículos que, en el caso de elegir una verdad o de fe o un misterio de la vida de Jesús, constituyan una buena iluminación.

Ahora una cosa importante es que no se trata de elegir un tema para reflexionar, sino un tema que en sintonía con mi camino de fe, me ayude a seguir caminando dando un pasito más en ese itinerario.  Por eso elegimos el tema, teniendo en cuenta además el objetivo o fruto que deseamos alcanzar de ese tiempo de encuentro con el Señor que es la oración.

Una vez finalizada esta preparación habiendo elegido el tema y el fruto deseado, lo guardamos en la memoria de la mente y del corazón, para recordarlo fácilmente en cualquier momento como un tesoro que descubriremos en el próximo momento de oración (es como cuando nos vamos a encontrar con alguien para conversar de un tema muy importante y estamos esperando durante el día ese momento, y lo recordamos frecuentemente, hasta que llegamos al encuentro esperado).

 Si bien en este taller de oración vamos siguiendo los pasos cronológicos del “método común” propuesto por el Padre Chaminade, hemos colocado por razones didácticas este paso en este momento y no al inicio, ya que el próximo paso que es el cuerpo de la oración, es donde “el tema elegido” adquiere su relevancia.

 Nos puede parecer que seguir un método como el que estamos aprendiendo es algo infantil o poco profundo para una cuestión tan íntima y personal como es la oración, pero es importante adquirir un método, porque nos da una base que después nos permite tanto transitar con más espontaneidad la vida de oración como sostenerla en momentos de crisis o sequedad interior.  Decía nuestro Padre y Fundador: “Para hacer bien la oración, es muy importante seguir un método; si no se tiene un método, incluso hasta para las cosas más sencillas se fracasará” (EO 191).

 Para comenzar a practicar este paso de preparación de la oración personal, te propongo tomar el hábito de leer la lectura del Evangelio del día la noche anterior si vas a poder dedicar un rato a la mañana a orar o en la mañana para que durante el día el tema vaya tomando tu mente y tu corazón y puedas ahondar más profundamente tu encuentro con el Señor en el momento que puedas dedicarte concretamente a ella.

ATsm

 
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domingo, 24 de noviembre de 2013

“Haz muchos actos de fe en Jesucristo: porque es verdaderamente Hijo de Dios, porque es nuestro Señor y Maestro, porque habita en nosotros por la fe, porque su reino está dentro de nosotros” (Carta 598 - 7 agosto 1831. Al Sr. Etignard).


Las chamifrases de  la semana en el Año de la FE

 La chamifrase de la semana 95 – Domingo 24 de noviembre de 2013.

Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo – Cierre del Año de la Fe

Haz muchos actos de fe en Jesucristo: porque es verdaderamente Hijo de Dios, porque es nuestro Señor y Maestro, porque habita en nosotros por la fe, porque su reino está dentro de nosotros”
                                             (Carta 598 - 7 agosto 1831. Al Sr. Etignard).

 La centralidad de Jesucristo en el camino de fe del Padre Chaminade es el fundamento de su vida y de su misión. En algunas ocasiones no hemos seguido con fidelidad a nuestro Fundador al desarrollar los pilares de la espiritualidad marianista.  O porque podría parecer “obvio” (quién si no Jesucristo debe ser el centro de la fe). O porque otras dimensiones (mariana, comunitaria, misionera) adquirieron mayor relieve de acuerdo a las circunstancias históricas. O porque su doctrina no nos resultaba original (de hecho en esta carta vemos claramente la influencia de los principios ascéticos de Olier). Cualquiera sea la razón, podemos constatar que algunas veces hemos vaciado su testimonio espiritual olvidándonos de su centro fundamental: Jesucristo.  De hecho, la misma Cristología chaminadiana, ha sido poco estudiada y trabajada.

En esta frase, Guillermo José, nos expresa su fe profunda y arraigada en Jesús.  Él es el centro de la historia y de nuestra propia historia. La fe es un don, pero también necesita de nuestra propia decisión.  La invitación a hacer “actos de fe” no es una sugerencia piadosa o devocional, sino un camino para consolidar nuestra fe en Jesús y vivir nuestra propia vida arraigados en Él, dejándole ser el centro de nuestra vida, y por lo tanto el fundamento y la motivación de nuestros pensamientos, sentimientos y acciones cotidianas.

 La centralidad de Jesús en nuestra vida para el Padre Chaminade no es solamente una verdad de fe autónoma y externa sino que desde ella se va reconociendo la presencia del Señor en diversas dimensiones, hasta la más cercana y cotidiana manifestada en nuestra propia existencia. 

Jesucristo es “verdaderamente Hijo de Dios” como han profesado los credos de la Iglesia desde la primera comunidad cristiana.  Pero además Jesucristo es hoy “nuestro Señor y Maestro”, porque está vivo y resucitado en medio de nosotros, y sigue acompañándonos todos los días hasta el fin del mundo.  Jesucristo además, por el Bautismo, “habita en nosotros por la fe”, compartiendo con nosotros la dignidad de hijos del mismo Padre Dios.  Y esta identificación con Jesús no es solo formal, porque “su reino está dentro de nosotros” y desde lo más profundo de nuestro ser está llamado a manifestarse y extenderse.  Es en este camino “descendente” de las verdades de fe que estamos llamados a transitar para poder descubrir una espiritualidad que nos invita a vivir “desde abajo” la centralidad de Jesucristo en nuestras vidas. 

 Todos sabemos que no es fácil vivir permanentemente en sintonía con esta verdad profunda: Jesús nos habita y su reino está llamado a crecer desde nuestro interior.  Por eso, escuchando las palabras de nuestro Padre y Fundador, no dejemos de hacer “muchos actos de fe en Jesucristo” para que su centralidad en nuestra vida sea cada vez más auténtica y encarnada.

 
Creo en Jesucristo

que es verdaderamente Hijo de Dios.

Creo en Jesucristo

que es nuestro Señor y Maestro.

Creo en Jesucristo

que habita en nosotros por la fe.

Creo en Jesucristo

que su reino está dentro de nosotros.

Creo en Jesucristo

que es el centro de mi vida.

Creo en Jesucristo


Amén.

                                                                                ATsm

 
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domingo, 17 de noviembre de 2013

“Intente, mi querido hijo, dominarse y tener paciencia. Nuestro Señor, prediciendo a sus Apóstoles las numerosas y violentas contrariedades que tendrían que padecer en la misión que les daba, les decía: Possidebitis animas vestras in patientia vestra” (Carta 261 - 4 diciembre 1823. A David Monier)

 Las chamifrases de  la semana en el Año de la FE
 La chamifrase de la semana 94 – Domingo 17 de noviembre de 2013
Intente, mi querido hijo, dominarse y tener paciencia. Nuestro Señor, prediciendo a sus Apóstoles las numerosas y violentas contrariedades que tendrían que padecer en la misión que les daba, les decía: Possidebitis animas vestras in patientia vestra” 
                             (Carta 261 - 4 diciembre 1823. A David Monier)
 El Padre Chaminade cita varias veces en sus cartas esta frase evangélica alentando a sus seguidores a tener paciencia y ser perseverantes ante las dificultades que se encontrarán en su misión especialmente dentro de la misma Familia marianista, a partir de las críticas y desaprobaciones que recibirán en el ejercicio de la misma. Guillermo José habla desde su experiencia propia y anima a quienes les da diversas responsabilidades a dominarse para no renunciar antes de tiempo y paciencia para seguir intentando, aunque a veces parezca “que la cosa ya no tiene remedio”.
Es interesante porque en la traducción misma de esta frase de Jesús  (Lc. 21,19) encontramos una clave de lectura importante, que es la que nuestro Fundador nos transmite.  “Con paciencia, poseerán (o sea no perderán, o sea salvarán) sus almas”.  Esta “paciencia” es traducida hoy generalmente en nuestra Biblias por perseverancia o constancia.  Estos términos ciertamente se complementan.  La “paciencia” que viene de la traducción en latín que usaba el Padre Chaminade, es una paciencia histórica, y no simplemente un esperar que otros cambien sus actitudes.  Es una paciencia que nos ayuda tanto a aprender a esperar renunciando a que todo “tiene que ser ya”, como a vivir con la esperanza necesaria para no claudicar y sostener una postura decidida y transformadora de la realidad.  En este sentido paciencia y perseverancia se complementan y se fortalecen mutuamente.  No se trata de “aguantar” sino de perseverar hasta el final enraizados en la Roca que no se quiebra, en Jesús. Y con un horizonte de sentido, la “salvación”, que no es otra cosa que decir la plenitud de tu vida y tu misión, tu felicidad más profunda.
 En un mundo donde todo tiene que “conseguirse ya” o donde rápidamente abandonamos los propósitos si no son rentables a corto plazo, se nos invita a vivir y trabajar con paciencia y perseverancia.  Es un consejo de Jesús a sus discípulos, que Guillermo José se apropia para animar y fortalecer la misión de sus seguidores.  Y lo hace, ayudándolos a mirar más allá, para que no sea el sufrimiento de la cruz el motivo que sostiene nuestra paciencia y nuestra perseverancia, sino la Luz de la salvación hacia la que desde la Pascua de Jesús caminamos indefectiblemente.
 Ser pacientes y perseverantes nos exige una decisión de nuestra parte para intentarlo y un compromiso auténtico para sostenerlo, pero también la confianza en la gracia de Dios que en su fidelidad no nos deja solos.
 
Señor Jesús,
en el caminar de nuestra vida y de nuestra misión
nos damos cuenta que necesitamos:

-       una paciencia sostenida por un horizonte de sentido
más allá del tiempo que duren las dificultades,
-       una perseverancia fundada en el renovado llamado a seguirte
y no en nuestra ansiedad que pretende “todo ya”,
-       una fidelidad que se hace plena en el amor
y no es solo “aguantar” hasta que podamos.
Señor Jesús,
aunque conocemos nuestra debilidades y caídas
no nos desanimamos,
y nos comprometemos con nuestra decisión y nuestro esfuerzo
a intentar ser más pacientes y perseverantes,
porque sabemos que siempre contamos con la ayuda de tu gracia
que nos anima y nos impulsa a seguir siempre adelante.
 Amén
                                                                                                           ATsm
  
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miércoles, 13 de noviembre de 2013

“Pero no pienses que la gracia te va a llegar si no la pides: cuando los apóstoles estaban esperando la venida del Espíritu Santo, perseveraban en la oración” (Carta 384 - 18 diciembre 1825. A un marianista).

Las chamifrases de la semana en el Año de la FE
                          
La chamifrase de la semana 93 – TALLER DE ORACIÓN VII

Pero no pienses que la gracia  te va a llegar si no la pides: cuando los apóstoles estaban esperando la venida del Espíritu Santo, perseveraban en la oración” 
                                 (Carta 384 - 18 diciembre 1825. A un marianista).

Cuando dedicamos un tiempo tranquilo a la oración, comenzamos con el ejercicio de fe en la Presencia de Dios, y luego de habernos dispuesto a unirnos a Jesucristo y a María, el paso siguiente, antes de entrar en “el cuerpo de la oración”, es la invocación sincera y confiada al Espíritu Santo.
El Señor nos ha regalado su Espíritu para que nos acompañe siempre y especialmente para guiarnos en la oración.  Es por eso que le pedimos al Espíritu Santo que tome posesión de nuestra mente y de nuestro corazón, y nos ponemos bajo su guía e inspiración. Es el momento de dejar de lado los pensamientos inútiles y banales, acallar los deseos que nos distraen, moderar los afectos desordenados y abandonarnos confiadamente a la dirección del Espíritu Santo.
En tiempos de autonomía personal y protagonismo individualista, nos cuesta ponernos “bajo la dirección” de alguien, y más si ese “Alguien” puede llevarnos por caminos que no podemos controlar totalmente.  Por eso es que en este momento, en el que ya hemos atravesado los primeros pasos de la oración (con el ejercicio de fe en la presencia de Dios y la unión íntima con Jesús y con María) y hemos ido entrando en una disposición interior más consciente de nuestras propias debilidades, es que la invocación al Espíritu Santo halla su lugar indicado y se hace vivencia profunda y auténtica.  En la carta a los Romanos, San Pablo reflexiona sobre esta necesidad cuando afirma que “el mismo Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad porque no sabemos orar como es debido, pero el Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables” (Rm 8,26).  Es el mismo Espíritu que nos mueve y dispone a la oración, el que también viene en nuestra ayuda y ora en nosotros.
El mismo Guillermo José, explica sencillamente esta invocación al Espíritu Santo al presentar una y otra vez los métodos de oración: “Invoco al Espíritu Santo para hacer la oración iluminado por su luz, guiado por sus impulsos y sostenido por su dirección” (Escritos de Oración, n. 70).
La oración no es un mero ejercicio de voluntad, sino un encuentro íntimo y profundo con el Señor. Él está siempre ofreciéndonos su gracia, pero nosotros necesitamos tiempo y al Espíritu Santo para entrar en conexión con Él. Y aunque Dios conoce los secretos de nuestro corazón y nuestras necesidades anteriores, necesita que libremente le abramos la puerta de nuestro interior para manifestarse y actuar en nuestra propia vida.  Por eso que el Padre Chaminade no duda en afirmar: “Pero no pienses que la gracia  te va a llegar si no la pides: cuando los apóstoles estaban esperando la venida del Espíritu Santo, perseveraban en la oración”.
Con deseos y palabras de nuestro Padre y Fundador, algunas textuales y otras con su sello espiritual, invoquemos al Espíritu Santo en nuestra oración:

“¡Espíritu Santo, autor de toda luz y de toda gracia!
A Ti te toca dirigirme y conducirme.
Me abandono a tu dirección.
Renuncio a mis ideas propias y a mis conceptos,
que no son más que locuras y balbuceos de niño,
para no seguir otras ideas
que las que te complazcas en inspirarme”. (EO 564)

Espíritu Santo, ven en ayuda de nuestra debilidad
y ora en nosotros,
guiándonos por el camino que hemos elegido,
sembrando en nuestro interior la Palabra,
y produciendo los frutos de la vida misma de Dios.
Que la Luz de tu presencia nos acompañe siempre de la mano.
y nos abra la puerta para el encuentro con el Señor.

Amén
ATsm


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domingo, 10 de noviembre de 2013

“Dios puede darme a conocer su voluntad directamente por sí mismo, o a través de los acontecimientos o por los consejos de los demás” (Carta 1051 - finales de mayo de 1838. Al P. León Meyer).


Las chamifrases de la semana en el Año de la FE

 La chamifrase de la semana 92 – Domingo 10 de noviembre de 2013

“Dios puede darme a conocer su voluntad directamente por sí mismo, o a través de los acontecimientos o por los consejos de los demás”  
                  (Carta 1051 - finales de mayo de 1838. Al P. León Meyer).

Conocer la voluntad de Dios para encontrar el camino de Vida que estamos invitados a transitar implica abrir la mente y el corazón para que podamos realizar un discernimiento sencillo y profundo, ya que el Señor nos lo revela de diferentes maneras.  Guillermo José conoce muy bien las reglas del discernimiento cristiano, experimentado primero en su propia vida espiritual y acompañando durante tantos años a tantas personas en la búsqueda de la voluntad de Dios para sus vidas.

En primer lugar Dios puede darnos a conocer su voluntad directamente por sí mismo.  Esto es cierto y no podemos negarle a Dios que nos manifieste directamente su voluntad.  Aunque normalmente, Dios actúa de un modo comprensible para nuestra humanidad.  Por eso es que Dios no nos comunica su voluntad con manifestaciones especiales y maravillosas, sino a través de las mociones que mueve sencillamente en nuestro propio corazón.  Allí, a través de nuestros sentimientos interiores más profundos, el Señor nos puede dar a conocer su voluntad directamente, especialmente en el tiempo dedicado a la escucha orante de su Palabra.

En segundo lugar Dios también nos habla a través de los acontecimientos.  No se trata tampoco de ver la mano de Dios “actuando deliberadamente” detrás de cada acontecimiento de nuestra vida, sino de discernir a partir de estos acontecimientos lo que nos está pidiendo el Señor. Cada acontecimiento con el que nos encontramos, puede traernos también la oportunidad de profundizar en nuestro propio camino y ayudarnos a ponernos en sintonía más profunda con la voluntad de Dios para nosotros.

Finalmente también Dios puede hacernos conocer su voluntad a través de los consejos de los demás.  Hoy día vivimos en un ambiente individualista donde nuestro mundo interior queda cerrado a nuestros propios vaivenes y confusiones.  Y por eso tampoco nos animamos a dar un consejo porque aceptamos una especie de “extremado respeto humano” hacia la realidad interior de los demás.  El Padre Chaminade nos recuerda que podemos conocer la voluntad de Dios a través de los consejos de los demás aunque como en el caso de esta carta él sea el “Superior” y el dueño del consejo un hermano más de la comunidad. Y los demás también pueden conocer la voluntad de Dios a través de nuestros consejos nacidos de la sencillez del corazón y desde el deseo de buscar lo mejor para su vida.

De la mano de nuestro Padre y Fundador, no tengamos miedo de adentrarnos por los senderos del discernimiento, que nos da la oportunidad de conocer la voluntad de Dios para nuestra vida, abiertos a las diversas posibilidades que se nos presentan, ya que Él “puede darme a conocer su voluntad directamente por sí mismo, o a través de los acontecimientos o por los consejos de los demás”

 
Señor, deseo conocer tu voluntad,

porque en ella está la luz que puede iluminar mis pasos

y el mapa que me conduce a la vida plena.

Señor, necesito crecer en el discernimiento,

abriendo mi mente y mi corazón

para poder reconocerte y conocer tu voluntad para mi vida.



Señor, quiero estar siempre disponible y atento

porque tu puedes darme a conocer tu voluntad

directamente a través de tus mociones en mi interior.

 
Señor, estoy dispuesto a mirar más allá de lo concreto

porque a través de los acontecimientos de la vida

también me das a conocer tu santa voluntad.

 
Señor, estoy decidido a salir de mi propio encierro,

porque también me das a conocer tus caminos

a través del consejo sincero de los demás.

 
Señor, acá estoy, quiero caminar de tu mano,

y te doy gracias porque de tantas maneras

estás siempre dispuesto a darme a conocer tu voluntad.

Amén
                                                                                             ATsm
 

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